TRIFENA Y TRIFOSA MUJERES OBRERAS
Saludad a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saludad a la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor. Romanos 16:12.
La iglesia de Roma habría parecido a cualquier observador no cristiano una multitud heterogénea en la que las diferencias raciales, de género y las condiciones sociales no tenían cabida. En ella se ejemplificó la práctica del gran principio de Pablo de que en Cristo Jesús “ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer” (Gálatas 3:28), sino que en él todos son uno.
Estas dos mujeres decidieron dejarlo todo por seguir a Cristo y trabajar por él. El contraste entre los nombres de estas dos damas romanas y la caracterización de su “trabajo en el Señor” puede sugerirnos el enemigo más formidable de la sociedad cristiana. Sus nombres apuntan a un estado de sociedad en el que los padres tenían como ideales para sus hijas la delicadeza y el retiro de la vida común. Los dos nombres significan “lujuriosa, delicada, lujosa” (ver DBA, 174). Pero estas dos mujeres, magnetizadas por el amor de Jesús, habían vuelto las espaldas al ideal paterno y se habían consagrado a una vida de trabajo.
Trifena y Trifosa se habían apartado del ideal pagano consagrado en sus nombres a una vida de mucho trabajo, y el apóstol Pablo las alabó por ello. No sabemos en qué consistió ese trabajo, y no necesitamos investigarlo, pero lo que se destaca es que su trabajo era “en el Señor”. El trabajo en el cual nos deleitamos puede traer dolor físico; pero si estamos en Cristo, no solo “viviremos en él”, sino que toda nuestra labor será aceptada en él y por él.
Hoy podemos contribuir a la edificación de la iglesia de Cristo como contribuyeron Trifena y Trifosa, porque los que viven en el Señor trabajarán en el Señor, y los que trabajan en el Señor descansarán en el Señor. –AC