El Señor su Dios marchará al frente y peleará por ustedes (Deuteronomio 1:30, NVI).
EI sabio Salomón escribió: “No tengas envidia de los pecadores; antes bien, honra siempre al Señor” (Proverbios 23:17, DHH). ¡Ojalá Israel hubiera tenido en cuenta este proverbio!
En cierta ocasión, los ancianos del pueblo visitaron a Samuel, el célebre profeta y juez, y le pidieron que nombrara al primer rey de Israel. A Samuel le desagradó mucho oír semejante petición. Sin embargo, tras una breve consulta con Dios, dio inicio al proceso para elegir al monarca. Ahora bien, los argumentos del pueblo para apoyar sus pretensiones fueron sumamente significativos: “Habrá un rey sobre nosotros, y seremos también como todas las naciones. Nuestro rey nos gobernará, saldrá delante de nosotros y hará nuestras guerras” (1 Samuel 8:19, 20). Los israelitas ardían de envidia al ver que las demás naciones salían a la guerra bajo la dirección de un rey humano, mientras que ellos no podrá contar con ese “privilegio”.
Durante mi visita al Museo Británico, quedé deslumbrado ante los bajorrelieves asirios que muestran al rey Asurbanipal comandando directamente a sus ejércitos, mientras lanza un feroz ataque contra sus adversarios. Esa era la experiencia que anhelaban tener los israelitas: ¡ver a su rey al frente de la conquista!
Es curioso cómo, seducidos por lo que tienen los demás, a veces olvidamos lo que tenemos nosotros. Aunque en esa época Israel no tenía un rey que saliera delante de ellos, tenía el arca del pacto, el símbolo de la presencia divina, que iba delante de ellos en la batalla. De acuerdo con Números 10, cuando el arca del pacto se colocaba “delante de ellos”, Moisés decía: “¡Levántate, Jehová! ¡Que sean dispersados tus enemigos y huyan de tu presencia los que te aborrecen!” (Versículo 35). No había un rey humano, pero estaba con ellos Jehová de los ejércitos.
En realidad, no necesitamos que venga alguien a pelear nuestras batallas; lo que precisamos es creer en las promesas de nuestro Rey: “El Señor su Dios marchará al frente y peleará por ustedes” (Deuteronomio 1:30, NVI) o “ustedes no se preocupen, que el Señor va a pelear por ustedes” ( Éxodo 14:14, DHH), y muchas otras. Cuando el nuestro Señor peleas batallas, la victoria es segura.
Hoy saldremos a la calle, iremos al trabajo oa la escuela y bibliotecaremos muchas batallas; pero enfrentemos el día sabiendo que no estamos solos, podemos estar tranquilos, porque Dios va delante de nosotros.