MARÍA DE NAZARET
EL PRIVILEGIO DE CUMPLIR LA VOLUNTAD DE DIOS
Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia. Lucas 1:38.
La sociedad ha impuesto diferentes papeles a la mujer, los que implican responsabilidades y privilegios. El papel más notorio es el de madre, y tiene que ver con el instinto. Podemos observarlo cuando una niña juega con sus muñecas. A la mujer se le asigna el papel de cuidar, alimentar y educar a sus hijos, cocinar, atenderlos en sus enfermedades y mucho más. Más que un asunto educativo o cultural tiene que ver con la tendencia femenina.
María era apenas una jovencita, según se cree, elegida por un hombre viudo, proveniente de la tribu de Judá, de la familia del rey David. Este hombre tenía hijos, y cuando hay hijos todo es muy diferente al primer casamiento, pues esa mujer vendrá a asumir un papel muy importante y a veces definitivo en la vida del esposo y de los hijos que ni siquiera llevó en su vientre.
José eligió a María y ella aceptó, se desposó con José. Estando todo listo para el matrimonio, recibió una visita inesperada. En su casa, en Nazaret, un ángel se apareció a María y le dijo: “¡Muy favorecida! El Señor es contigo… María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS” (Lucas 1:28-31). Ella solo preguntó: “¿Y cómo será esto?” (vers. 34). ¡Qué respuesta de una mujer joven y a punto de casarse! Así manifestó la grandeza de su humildad.
Dejando todos sus planes a un lado, María dijo: “Hágase conmigo conforme a tu palabra” (vers. 38). Nos hace ver a todas nosotras que vivimos en este siglo materialista que una mujer cuyo corazón pertenece a Dios no teme, avanza y dice: “Hágase conmigo conforme a tu palabra”. ¡Qué manera de vivir! ¡Qué ejemplo nos da esta jovencita que no argumentó con su Dios! ¡Qué privilegio y honor el de ser la madre del mismo Hijo de Dios encarnado!
Que hoy sea un día hermoso para ti, y que puedas decir cuando llegue tu oportunidad: “Señor, soy tu sierva, haz conmigo conforme a tu palabra”; y que veas los gloriosos resultados de tu sumisión a Dios. –BR