Vivir un día a la vez
«Este es el día que hizo Jehová, ¡nos gozaremos y alegraremos en él!» (Salmos 118: 24).
CADA DÍA, podemos determinar si vamos a vivir alegres o tristes. No podemos darnos el lujo de sentirnos tristes, si meditamos en todas la bendiciones que hemos recibido de lo alto: Jesucristo murió por nosotros, y nos ofrece el poder de su sangre, que nos lava y nos limpia, para vivir una vida victoriosa, gracias al poder del Espíritu Santo que está a nuestra disposición también. Por lo tanto, tenemos razones suficientes para gozarnos y alegrarnos todos los días. La alegría no depende de las circunstancias que nos rodean, sino que es una fuente que Dios pone en nuestro corazón. No importa qué problemas en este momento enfrentas, ni lo que te hayan dicho los doctores, podemos regocijarnos hoy, porque este es el día que hizo Dios.
Vivir un día a la vez significa concentrar nuestras fuerzas, nuestras habilidades, nuestras metas y nuestros objetivos en el tiempo presente, como un peldaño, como un paso en un proyecto de vida y realización personal. La manera en que percibimos el futuro genera ansiedad cuando nos enfocamos en aquello que no está bajo nuestro control absoluto. Las aflicciones también sobrevienen cuando perdemos la perspectiva y la experiencia del tiempo presente: único día dado por Dios para hacer lo que debemos hacer. En realidad, podemos experimentar paz en el presente al confiar en que Dios se encargará del futuro.
Hay dos días por los que no debemos preocuparnos: uno de ellos es el ayer, con sus errores y cuidados, faltas y equivocaciones. El ayer se ha ido para siempre y ya está fuera de nuestro control. No podemos borrar las palabras dichas. El otro día por el que no debemos preocuparnos es el mañana, con sus posibles adversidades, sus cargas y sus grandes promesas. Mañana está fuera de nuestro control inmediato. El sol de mañana va a salir, ya sea con gran esplendor o detrás de una masa de nubes, pero saldrá. Hasta que el sol salga otra vez, no tenemos nada que ver con el día de mañana, porque todavía no ha nacido.
En cambio, sí podemos vivir el día de hoy, porque cualquier persona puede hacer frente a las batallas de un solo día. Solamente cuando añadimos las cargas de ayer y de mañana, es que sucumbimos. Por eso, acudamos hoy a Dios. «Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros» (1 Pedro 5: 7).