AFERRÁNDOSE
“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió” (Heb. 10:23).
Al mirar por la ventana de mi oficina, me fijé en una hoja “inspiradora” de un árbol cercano. La amable calidez de la primavera había logrado desenrollarla. Luego, el calor del verano lentamente aumentó. “Mi” hoja maduró, y su fuerte verde primaveral se destiñó un poco, por el calor excesivo. Pero las aves cantoras trajeron más “color” a las ramas del árbol en esa estación.
El otoño llegó, y trajo consigo temperaturas más frescas. La lluvia empapó mi hoja y la hizo girar y girar. ¿Se volaría de la rama? No, ¡siguió aferrándose! El invierno hizo su entrada temprano; los helados vientos del norte fueron brutales. Pegaron contra la pobre hoja descolorida y gris, girándola más de lo que lo había hecho la lluvia del otoño. ¿Se separaría de la rama? Increíblemente, no lo hizo. Se mantuvo a través de las cuatro estaciones.
Mi hoja me recordó mi propio viaje en la tierra. Mi primavera personal me había tocado ligeramente con risas y mucho amor. La vida había sido buena y había felicidad. El verano de mi vida había traído cierta cantidad de desafíos, pero el entusiasmo juvenil y el coraje los había vencido. Sin problemas. El otoño había introducido un frío que había perforado mi alma y había causado muchas lágrimas. Hubo mucha aflicción. Y ahora ha llegado el invierno. Sus vientos me han estado golpeando, y haciéndome preguntar: ¿Dios realmente me conoce y se preocupa por mí? ¿Sabe que estoy dolida? ¿Tiene soluciones para mis problemas? Pero mi pequeña hoja me enseñó que tengo que seguir aferrándome, aferrándome de la mano de mi Padre.
Aunque no puedo ver el futuro, esa es la única respuesta que tengo. No podemos volver a vivir nuestra vida, entonces, debemos seguir confiando. Él me ha guiado todos estos años. Debo seguir reclamando sus promesas, “y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: ‘Nunca te dejaré; jamás te abandonaré’ ” (Heb. 13:5). Ayúdame, Señor, a atesorar tu cuidado durante esta temporada y las que vendrán, Que sosteniéndome de tu mano poderosa pueda encontrar gozo y contentamiento en cada nuevo día. Amén.
Munel Heppel