LA ADIVINA DE ENDOR
DIOS SABE, DIOS OYE, DIOS VE
Saúl respondió: “Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí. Dios se ha apartado de mí y ya no me responde, ni por medio de los profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me digas lo que debo hacer”. 1 Samuel 28:15 (RV95).
Saúl calumnió a Dios diciendo que es él quien se aparta de nosotros y nos deja hundirnos en la angustia. Lejos ya de Dios, Saúl acudió a la adivina de Endor. “Esta mujer había pactado con Satanás entregarse por completo a su dominio y cumplir sus propósitos; y en cambio, el príncipe del mal hacía milagros para ella, y le revelaba cosas secretas” —PP, 733. David, por el contrario, cuando estuvo afligido dijo: “Estoy en grande angustia. Prefiero caer en la mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas en extremo, que caer en manos de los hombres” (1 Crónicas 21:13, RV95). Saúl prefirió caer en las manos de la adivina de Endor.
Cristo nos dejó ejemplo en la víspera de su sacrificio. Cuando “comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera… Jesús… dijo: ‘Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo’” (Mateo 26:37, 38). “Lleno de angustia oraba intensamente, y era su sudor como grandes gotas de sangre” (Lucas 22:44, RV95). ¡Sí, la poderosa oración!
Gracias a su dolor, muerte y resurrección, “no se exhala un suspiro, no se siente un dolor, ni ningún agravio atormenta el espíritu, sin que haga también palpitar el corazón del Padre… Dios se inclina desde su trono para oír el clamor de los oprimidos. A toda oración sincera, él contesta: ‘Aquí estoy’. Levanta al angustiado y pisoteado. En todas nuestras aflicciones, él es afligido. En cada tentación y prueba, el ángel de su presencia está cerca de nosotros para librarnos” — DTG, 323. ¡Cuidado! Hay “demasiado poca oración [en nuestra vida], escasea una real convicción de pecado, y la falta de una fe viviente deja a muchos destituidos de la gracia tan abundantemente provista por nuestro Redentor” — CeS, 79.
Cuando estés angustiada, ora a Dios e intercede por otros. No seas una “adivina de Endor”, llamando a un “número equivocado” en busca de ayuda alternativa. Dios nunca nos abandona, nunca se aparta de los seres humanos y siempre responde: “Dios sabe, Dios oye, Dios ve” (HASD, #435). –GM