Los rumores son deliciosos bocaditos que penetran en lo profundo del corazón. Proverbios 18:8.
-La fiebre amarilla es transmitida por un mosquito! -insistía Carlos Finlay.
Nadie le creía al anciano médico excéntrico de La Habana. ¿Acaso no habían comprobado Pasteur, Lister y muchos otros que las enfermedades eran transmitidas por gérmenes?
Aunque el Dr. Walter Reed y su Comisión de la Fiebre Amarilla hervían, desinfectaban y lavaban hasta el cansancio, no había cambios. La epidemia de fiebre amarilla se difundió por toda Cuba el verano de 1900. Los dos años anteriores, la fiebre había exterminado a más personas que las balas de los soldados españoles.
Los hospitales estaban repletos de gente delirante con cutis amarillo y ojos inyectados de sangre. El hedor de su vómito negruzco impregnaba el aire por doquier. El Dr. Reed había agotado todas sus posibilidades en detectar al causante de la epidemia, sin éxito.
“No sería malo explorar la teoría del Dr. Finlay -se dijo desesperado- Podría tener razón. Hay algo muy extraño en la forma de propagarse el mal. Las enfermeras que trabajan en las salas donde hay pacientes con fiebre amarilla, no se enferman, aunque existen riesgos de contagio. ¿Por qué? Una persona que vive en una casa contrae la enfermedad. Luego, esta da vuelta a la manzana y ataca a otro. No ha habido contacto alguno entre ellos; es más, la gente ni siquiera se conocía. Algo debe de transportar el microbio de una persona a otra. ¿Qué será? ¿Podría ser el pequeño mosquito?”
Los experimentos del Dr. Reed comprobaron que el viejo doctor Finlay tenía razón. El culpable era el mosquito hembra de cierta especie. Se deshizo de él y se acabó la fiebre.
En toda comunidad hay gente igualmente destructiva, semejante al mosquito. Corren de persona en persona divulgando defectos y difundiendo jugosos chismes de boca en boca. Son los correveidiles, los chismosos. Sus “picaduras” han causado la muerte de multitud de amistades y un sinfín de pesares.
¿Sabes de lo que estoy hablando? ¿Has sentido alguna vez el dolor profundo que produce el “mosquito del chisme”? Pongámosle fin a la chismografía. Pongámosle fin a la “epidemia de la calumnia”.