RED FRIESELL
Confiésense los pecados unos a otros. Santiago 5:16.
Reconocer nuestros errores no es fácil. Se necesita ser una persona honesta y valiente para decir: “Me equivoqué”. El árbitro Red Friesell era esa clase de persona.
Pasó el 16 de noviembre de 1940, en la cancha de fútbol de Dartmouth. Este equipo se enfrentaba a Cornell, que no había perdido un solo partido en tres temporadas. Faltaban solo nueve segundos. El árbitro Red Friesell tocó el silbato para señalar una sanción, pidió el balón y se lo entregó al equipo de Cornell.
Un miembro de este equipo lanzó el balón a uno de sus receptores en la zona de anotación, pero Ray Hall, el zaguero de Dartmouth, brincó y lo hizo caer sobre la línea de anotación. Dartmouth entró para posesionarse del balón.
En ese momento, faltando solo tres segundos para terminar el partido, Red Friesell se confundió. No estaba seguro de cuál de los equipos debiera tener el balón. Empezó a dárselo a Dartmouth, se detuvo y se lo tiró a Cornell nuevamente. Anotaron, y aparentemente ganaron 7-3.
-¡Se equivoca! -le decía Howie Odell a Friesell- Cornell tuvo cinco oportunidades con el balón. Esa última anotación fue ilegal.
-Si eso es cierto, trataremos de cambiar la puntuación -dijo Friesell. Cuando vio la jugada en el video, supo que había cometido un error. -Me equivoqué -reconoció el árbitro-. Le otorgué una oportunidad de más a Cornell y eso es ilegal. La culpa es toda mía.
Después de la confesión de Red Friesell, el presidente del equipo de Cornell le mandó un telegrama al presidente del equipo de Dartmouth: “Los felicitamos por la victoria de su buen equipo. La anotación de Cornell se realizó en la quinta oportunidad, y cedemos la victoria, junto con nuestros mejores deseos y felicitaciones a Dartmouth”.
Gracias a la honestidad de Red Friesell se pudo cambiar la puntuación, demostrando con ello que en aquel partido Dartmouth había ganado 3-0. Sin lugar a dudas, creo que en los registros del cielo Cornell y Red Friesell también fueron anotados como ganadores. Perdieron un partido de fútbol, pero resultaron campeones en el juego de la vida. La honestidad es más importante que el mero hecho de ganar. Un buen carácter es el mejor trofeo que podemos obtener.