Martes 19 de Mayo – LOS ERRORES DE JUDÁ – Meditacion para Adultos

LOS ERRORES DE JUDÁ

«Aconteció en aquel tiempo que Judá se apartó de sus hermanos, y se fue a casa de un adulamita que se llamaba Hira» (Génesis 38:12).

Nada más concluir los sucesos de la venta de José como esclavo a los madianitas, el versículo siguiente nos muestra a Judá marchándose de casa y yéndose a vivir con un tal Hira. No se nos dan razones por las que se aparta de su familia, pero es posible que Judá perdiera autoridad frente a sus hermanos por todos los sucesos relacionados con José o que él mismo no tolerase más ver a su padre Jacob sufrir por la pérdida de José.

A partir de ahí, Judá toma una serie de decisiones erróneas que le van a acarrear sufrimiento, si bien es cierto que al final sale resiliente y con una misión sublime. Veamos algunos de los problemas:

  1. Se hizo amigo de Hira, adulamita, cananeo con valores y filosofía muy contrarios al Dios de Abraham, Isaac y Jacob.
  2. Se unió a una mujer (de la que no se dice ni el nombre), hija de otro cananeo, Súa, quien frecuentaba la casa de Hira y de quien solo se nos dice su nacionalidad. La elección de una cananea como esposa era inaceptable según el código divino (Génesis 9:25).
  3. De tal unión nacieron tres varones: Er, Onán y Sela.
  4. La mujer de Judá murió prematuramente.
  5. Su primogénito, Er, se casó con Tamar y, poco después, Dios le quitó la vida por su maldad.
  6. Su segundo hijo, Onán, se negó a levantar descendencia a su hermano difunto y Dios también le quitó la vida.
  7. La viuda, Tamar, consciente de que su suegro se resistía a entregarle el tercer hijo para tener descendencia, urde un plan para que el mismísimo Judá sea el padre de su descendencia. Judá cae en la trampa y acaba siendo el padre de los mellizos Fares y Zara.

La vida de Judá se había convertido en un caos del que parecía difícil escapar. Mujer e hijos muertos, descendencia incestuosa que merecía la muerte de suegro y nuera (Levítico 20:12). Sin embargo, una decisión crucial da un giro en la vida de Judá: reconoce su error (Génesis 38:26) y vuelve al buen camino. Esto permite que Dios actúe, guíe su vida, retorne a su familia y llegue a ser el hijo más prominente de Jacob.

No importa la magnitud de nuestros errores pues, como en el caso de Judá, Dios espera con paciencia para colmarnos de bendiciones en tanto que reconozcamos nuestros errores y le dejemos a él actuar.

Radio Adventista

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