Martes 17 de Octubre del 2017 – LA REGLA DEL JUICIO – Devoción matutina para adultos

LA REGLA DEL JUICIO

«Hablen y pórtense como quienes han de ser juzgados por la ley que nos da libertad». Santiago 2: 12, NVI

LA OBRA DE CADA UNO pasa bajo la mirada de Dios, y es registrada e imputada como señal de fidelidad o de infidelidad. Frente a cada nombre, en los libros del cielo, aparecen, con terrible exactitud, cada mala palabra, cada acto egoísta, cada deber descuidado, y cada pecado secreto, con todas las tretas arteras. Las amonestaciones o reprensiones divinas despreciadas, los momentos perdidos, las oportunidades desperdiciadas, la influencia ejercida para bien o para mal, con sus amplios resultados, todo fue registrado por el ángel anotador.

La ley de Dios es la regla por la cual los caracteres y las vidas de los seres humanos serán probados en el juicio. Salomón dice: «Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre. Pues Dios traerá toda obra ajuicio» (Ecl. 12: 13-14). El apóstol Santiago amonesta a sus hermanos diciéndoles: «Hablen y pórtense como quienes han de ser juzgados por la ley que nos da libertad» (Sant. 2: 12).

Los que en el juicio «Son tenidos por dignos», tendrán parte en la resurrección de los justos. Jesús dijo: «Los que son tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, […] son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios al ser hijos de la resurrección» (Luc, 20:35-36). Y además declara que «los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida» (Juan 5:29). Los justos ya muertos no serán resucitados más que después del juicio en el cual habrán sido juzgados dignos de la «resurrección de vida». No estarán pues presentes en persona ante el tribunal cuando sus registros sean examinados y sus causas falladas.

Jesús aparecerá como el abogado de ellos, para interceder en su favor ante Dios. «Si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo» (1 Juan 2: 1). «Porque no entró Cristo en el santuario hecho por los hombres, figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora por nosotros ante Dios». «Por eso puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos» (Heb.9: 24; 7:25).- El conflicto de los siglos, cap. 29, pp. 473-474.

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