JAIME WHITE
Pues él ordenará a sus ángeles que te protejan por donde vayas. Salmo 91:11.
Era el mes de enero de 1843. El suelo estaba cubierto de nieve, y Jaime White, que entonces tenía 21 años de edad, se acercaba a la escuela rural cerca de Augusta, Maine. Mientras sujetaba su caballo a un poste, notó que las ventanas del edificio estaban abiertas y que muchas personas esperaban afuera. Sabía que entre esa multitud había un número de delincuentes enviados por sus enemigos para interferir con la reunión.
Los ojos de la chusma maliciosa lo observaban mientras entraba en el edificio con su Biblia debajo del brazo. Cuando empezó a predicar, pareció que habían soltado a una cantidad de locos. Una lluvia de bolas de nieve impactó contra el edificio. No se podía escuchar la voz del predicador debido a los gritos e insultos de la turba.
-Vete de aquí, White. ¡Note queremos!
-¡Regresa a tu lugar de origen, Diablo!
Jaime White cerró su Biblia y alzó la voz enérgicamente: -¡Arrepiéntanse, y rueguen a Dios por misericordia y perdón! ¡Vuélvanse a Cristo y prepárense para su segunda venida, o algún día rogarán a las rocas y las montañas que caigan sobre ustedes! ¡Ahora se burlan, mañana implorarán a Dios en oración!
Introduciendo la mano en el bolsillo, extrajo una estaca de hierro. -Algún pobre pecador me tiró esto anoche. ¡Que Dios tenga misericordia de su alma! ¿Para qué tomar represalias, cuando a mi Maestro se las clavaron en las manos y los pies?
Al decir esto, se apoyó contra la pared y levantó los brazos como si estuviera pendiendo de una cruz. La gentuza enmudeció, y la congregación dentro de la iglesia comenzó a llorar.
-Dios los ama. Murió por ustedes en la cruz -dijo Jaime-, ¿Cuántos se sienten indignos y quisieran que ore por ustedes esta noche?
Casi cien personas se pusieron en pie.
Cuando hubo terminado de orar, guardó su Biblia bajo el brazo y se encaminó hacia la puerta de la escuela para enfrentarse a la muchedumbre. Mientras lo observaban con hostilidad, un hombre alto y distinguido se adelantó y tomó a Jaime White del brazo. La muchedumbre les abrió paso, permitiendo que pasaran en medio de ellos. Cuando Jaime había montado su caballo, se dio vuelta para agradecer a su benefactor. No había nadie allí. ¿Quién crees que sería aquel hombre alto?