EDUCACIÓN Y MISIÓN
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros” (Efesios 4:11).
Según George Knight, la Iglesia Adventista del Séptimo Día fue establecida sobre cuatro pilares especiales: las iglesias locales, el trabajo de las publicaciones –iniciado en 1849–, la obra médico-misionera –a partir de 1863– y la educación, establecida en la década de 1870.
El tema de la educación pasó a tener relevancia entre los líderes adventistas en diciembre de 1863, cuando un miembro de la iglesia le preguntó a Jaime White: “¿Es correcto y coherente para nosotros, que creemos con todo nuestro corazón en el regreso inminente del Señor, darles educación a nuestros hijos?” La respuesta fue al punto: “El hecho de que Cristo volverá en breve no es razón para que la mente no sea perfeccionada. Una mente bien disciplinada e informada puede recibir mejor y apreciar mejor las verdades sublimes del Segundo Advenimiento”. Esa respuesta fue un paso determinante para el establecimiento de la educación adventista.
Primero, la iglesia consideró la educación como un apoyo indispensable para la salvación. Elena de White declara: “En el sentido más elevado, la obra de la educación y la de la redención son una” (La educación, p. 30). Por eso, los docentes no son solo educadores, sino “obreros […] para apacentar la grey del Señor” (El colportor evangélico, p. 41). Para el apóstol Pablo, el llamado de “pastores y maestros” es el mismo (Efe. 4:11). En los evangelios, Jesús “es llamado más veces ‘Maestro’ que en relación con cualquier otra función” (Adolfo Suárez). Dios recompensará a aquellos que hacen de su magisterio un ministerio. Su trabajo no será en vano. Sobre la recompensa final de los educadores, Elena de White dice: “Solo por la fe ven a los hijos que han criado transformarse en una bendición e inspiración para sus semejantes, y ven multiplicarse mil veces su influencia” (La educación, pp. 305, 306).
La educación adventista también fue establecida para el fortalecimiento de nuestra misión. El surgimiento de la primera escuela y el envío del primer misionero oficial sucedieron en fechas bien próximas, y eso no fue una coincidencia. La educación y la misión ganaron fuerzas juntas, y el éxito de una estaba relacionado con el de la otra.
A pesar de los nuevos desafíos del siglo XXI, nuestra visión de una educación fundamentada en la salvación y la misión necesita continuar siendo fuerte. Cree en el diferencial de la educación adventista. Ora por los docentes y apóyalos. Cada educador consagrado, que planta sus semillas en esta vida, con total seguridad las recogerá en la eternidad.