Martes 14 de Noviembre del 2017 – EL PUEBLO DE DIOS NO SE DEJARÁ ENGAÑAR – DM adultos

EL PUEBLO DE DIOS NO SE DEJARÁ ENGAÑAR

«Por eso, si les dicen: “¡Miren que está en el desierto!”, no salgan, o: “¡Miren que está en la casa!”, no lo crean». Mateo 24: 26, NVI

EL PUEBLO DE DIOS no se dejará engañar. Las enseñanzas del falso Cristo no están a tono con las Sagradas Escrituras. Su bendición va dirigida a los que adoran la bestia y su imagen, precisamente aquellos sobre quienes se derramará la ira de Dios según las Escrituras.

Además, no se le permitirá a Satanás simular la manera en que vendrá Jesús. El Salvador previno a su pueblo contra este engaño y predijo claramente cómo será su segundo advenimiento. «Porque vendrán falsos mesías y falsos profetas; y harán grandes señales y milagros, para engañar, a ser posible, hasta a los que Dios mismo ha escogido […]. Por eso, si les dicen: “Miren, allí está, en el desierto”, no vayan; o si les dicen: “Miren, aquí está escondido, no lo crean. Porque como un relámpago que se ve brillar de oriente a occidente, así será cuando regrese el Hijo del hombre» (Mat. 24:2427, DHH). Es imposible imitar semejante aparición. Todos la conocerán y el mundo entero la presenciará.

Solo los que hayan estudiado diligentemente las Escrituras y hayan recibido el amor de la verdad en sus corazones, serán protegidos de los poderosos engaños que cautivarán al mundo. Gracias al testimonio bíblico descubrirán al engañador bajo su disfraz. El tiempo de prueba llegará para todos. Por medio del cedazo de la tentación se reconocerá a los verdaderos cristianos. ¿Se sienten los hijos de Dios actualmente bastante firmes en la Palabra divina para no ceder al testimonio de sus sentidos? ¿Se atendrán ellos en semejante crisis a la Biblia y a la Biblia sola? Si Satanás pudiera, les impediría que logren la preparación necesaria para estar firmes en aquel día. Dispondrá las cosas de modo que les obstruya el camino; los aturdirá con bienes terrenales, les hará llevar una carga pesada y abrumadora para que sus corazones se sientan recargados con los cuidados de esta vida y que el día de la prueba los sorprenda como ladrón.

Cuando el decreto promulgado por los diversos príncipes y dignatarios de la cristiandad contra los que observan los mandamientos, suspenda la protección y las garantías del gobierno y los abandone a los que tratan de aniquilarlos, el pueblo de Dios huirá de las ciudades y de los pueblos y se unirá en grupos para vivir en los lugares más desiertos y solitarios. Muchos encontrarán refugio en puntos de difícil acceso en las montañas. Como los cristianos de los valles del Piamonte, convertirán los lugares elevados de la tierra en santuarios suyos y darán gracias a Dios por las «fortalezas de rocas» (Isa. 33:16, RV60). Pero muchos seres humanos de todas las naciones y de todas clases, grandes y pequeños, ricos y pobres, negros y blancos, serán arrojados en la más injusta y cruel servidumbre.- El conflicto de los siglos, cap. 40, pp. 609-610.

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