JOCABED
MADRE VIRTUOSA – 1
Un varón de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví, la que concibió, y dio a luz un hijo; y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses. Éxodo 2:1, 2.
El rey [de Egipto] y sus consejeros habían esperado someter a los israelitas mediante trabajos arduos, y de esa manera disminuir su número y sofocar su espíritu independiente. Al fracasar en el logro de sus propósitos, usaron medidas mucho más crueles. Se ordenó a las mujeres cuya profesión les daba la oportunidad de hacerlo, que dieran muerte a los niños varones hebreos en el momento de nacer… Pero esas mujeres temían a Dios, y no osaron cumplir tan cruel mandato. El Señor aprobó su conducta y las hizo prosperar… “Entonces faraón mandó a todo su pueblo, diciendo: “Echad al río a todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida” (Éxodo 1:22)…
Moisés nació cuando este decreto requería pleno cumplimiento. Su madre lo escondió mientras le fue posible hacerlo con seguridad. Entonces, preparó una canastilla de juncos, la impermeabilizó con brea para que el agua no entrase, y la colocó a la orilla del agua. Su hermana, mientras tanto, se mantenía cerca del lugar aparentando indiferencia. Estaba ansiosa por ver lo que ocurriría con su hermanito.
Los ángeles también estaban vigilando a fin de que la indefensa criatura no sufriera daño. Su madre lo había puesto al cuidado de Dios mediante sus fervientes oraciones mezcladas con lágrimas. Y fueron estos ángeles los que dirigieron los pasos de la hija del faraón hacia el río, cerca del punto donde descansaba el inocente y pequeño desconocido. Aquel diminuto barquichuelo captó su atención, y envió a una de sus criadas para alcanzárselo. Cuando levantó la cubierta de tan singular embarcación, vio a un hermoso bebé. “Y he aquí que el niño lloraba”, y ella tuvo compasión de él… Al momento decidió adoptarlo como hijo suyo. Inmediatamente la hermana de Moisés se acercó y preguntó: “¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te crie este niño? Y la hija de faraón respondió: Ve” (Éxodo 2:6-8).
Jocabed era mujer y esclava. Su destino en la vida era humilde, y su carga pesada. Sin embargo, el mundo no ha recibido beneficios mayores mediante ninguna otra mujer, con excepción de María de Nazaret. —Elena G. de White, HD, 28-30