DIOS TE RECUERDA LO QUE HACE POR TI
«El vestido que llevabas puesto nunca envejeció, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años» (Deuteronomio 8: 4).
DIOS NOS HACE RECORDAR cuán bueno ha sido con nosotros durante toda la vida. Cómo hemos vivido bajo su cuidado y cómo su mano nos ha guiado. Cada mañana debemos elevar un canto de gratitud a Dios y afirmar nuestra fe en él para recibir todos los días su gracia y sus bendiciones.
Moisés le dice al pueblo: «Te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová, tu Dios, estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos» (Deuteronomio 8: 2). Moisés invita al pueblo a que vuelva la vista al desierto por el que Dios le ha traído. Ahora que ya ha llegado a la mayoría de edad y va a entrar en posesión de la herencia, debe recordar la disciplina a la que ha estado sometido durante los años anteriores y el método que Dios ha usado para llevarlo a la madurez de un pueblo escogido para servirle en santidad. El desierto había sido la escuela en que había sido formado y alimentado durante 40 años, bajo tutores, y ahora era la ocasión propicia para recordarlo.
Dios sabe por qué muchas veces usa métodos que a nuestro parecer son contrarios a nuestra fe o nuestro entendimiento, pero no con eso quiere decir que se ha olvidado de nosotros, al contrario, está allí, dirigiendo nuestra vida. Si no fuera por la protección de Dios ya hubiésemos sido exterminados y raídos de la tierra. Por eso, debes recordar por dónde te ha traído y cómo te ha librado de muchas circunstancias difíciles, y aun lo que hará por ti en el futuro. Reconoce que los recordatorios de Dios son para bien, preparar el corazón para el cielo y que el carácter esté acorde a su voluntad y su Palabra.
Debemos recordar la continua provisión que Dios nos ha otorgado. Aunque ha destinado el pan para fortalecer el corazón del hombre y ser el alimento básico de la dieta diaria, puede, con todo, mantener y alimentar sin él al hombre. Por eso dijo: «No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra de Dios» (Lucas 4: 4).