Martes 13 de marzo “El buen camino” Matinal Jóvenes

El buen camino

«Oirás una voz detrás de ti, que te dirá: “Por aquí es el camino, vayan por aquí”». Isaías 30: 21

EN OCTUBRE DE 1995, tras el paso del huracán Roxana por México, nos encontrábamos en una gira de reconocimiento de daños. El sábado nos reunimos con los líderes de las iglesias en Campeche y Champotón. Antes de la puesta del sol nos despedimos de los hermanos, que nos advirtieron de complicaciones en el camino, y salimos por la ruta 180 con la intención de llegar a Ciudad del Carmen.

A un tercio del recorrido notamos que había agua del mar sobre el pavimento. Al avanzar, los charcos se hicieron profundos, al punto de que casi cubrían los neumáticos. El pastor Admussen dijo: «Hace rato que nadie viaja en contrasentido, hay agua sobre la carretera y el mar encrespado empeorará las cosas. Si continuamos podemos quedar atrapados. Observen -continuó-, las aves se están comportando muy extrañamente». Nos detuvimos y después de orar decidimos regresar. Cuan do íbamos de regreso notamos que un gran grupo de camiones y autobuses seguía por la carretera. Pensamos que nos habíamos equivocado al devolvernos, pero luego vimos a un camionero detenerse y preguntarnos: «¿Hay un lugar donde pueda dar vuelta?». Le dimos la referencia más cercana y él explicó: «Recibí la noticia de que el huracán está de regreso en categoría tres y antes de las diez azotará con violencia toda la costa». Confirmamos así que lo mejor era regresar y buscar un lugar seguro.

Una semana después, el domingo, decidí ir a la oficina de la Asociación. Cerca de la puerta, en el suelo, estaban los diarios de varios días y los levanté. El encabezado de uno de ellos decía: «Cementerio de automóviles y camiones en la desaparecida carretera de Champotón a Ciudad del Carmen». Cuando termine de leer la información, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Aquella noche Dios nos había librado de la tragedia.

No necesitas enfrentar un huracán para que Dios te libre como lo hizo conmigo. Hoy no permitas que la obstinación por alcanzar tus metas te envuelvan. Toma tiempo para escuchar al Espíritu Santo.

Permite que te transforme y te dé la sensibilidad para escuchar y reconocer la voz de Dios cada día.

 

Daniel Guzmán Santiago

México

Radio Adventista

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