Martes 13 de marzo “Antes del juicio” Matutina Damas

Antes del juicio

“¡Todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios!” (Rom. 14: 10).

No me olvido del día en que tuve que comparecer en la Corte, por el juicio en contra de un hombre que me había atacado mientras yo trabajaba en un hospital. El incidente sucedió en el año 2006, pero pasaron cinco años hasta que el caso llegó a una audiencia.

Mi esposo y yo fuimos a la Corte, y nos encontramos con el Oficial a cargo de mi caso. Él también era cristiano, y me preguntó:

-¿Quieres castigar al hombre que te lastimó, o quieres perdonarlo?

Él me prepararía para hablar ante el juez de acuerdo con mi respuesta.

– No lo sé -respondí, finalmente.

Recordaba el dolor físico y la agonía mental que sufrí a causa del ataque. La depresión me había producido diabetes e hipertensión, las cuales todavía hoy sufro. Toda la experiencia pasó delante de mis ojos como una visión. No podía tomar una decisión en ese momento. Quería castigarlo, pero también quería perdonarlo. Entonces, oré a Dios pidiéndole que me ayudara, y recordé que nuestro Señor Jesucristo rogó en la cruz:

“-Padre -dijo Jesús-, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Luc. 23: 34).

Así como Dios perdonó todos mis pecados, decidí que yo también debía perdonar a ese hombre. Aunque yo no había estado en falta, temblaba al presentarme ante el juez. Contesté a todas sus preguntas y, antes de finalizar el juicio, pude decir:

-Señor juez: quiero perdonar al hombre.

Al volver a casa, me senté a reflexionar sobre el Juicio Final, cuando todos estaremos ante el Juez más grande y poderoso: Jesucristo. ¿De qué modo le responderemos? ¿Cuál será el resultado final? ¿Nos recompensará o nos castigará? Y ¿de qué manera nos prepararemos para el Juicio Final? ¿Estamos seguros de que nuestros pecados han sido lavados en la sangre de Jesús? ¿Cómo es nuestra vida hoy? ¿Somos buenos testigos para otros? ¿Pueden ver los demás a Jesús en nosotros? ¡Tantas preguntas para hacernos!

Los juicios terrenales pueden depender de la riqueza, la posición, el dinero, el nombre o la fama de la persona. Y podemos llegar a escapar de un juicio terrenal, pero no del Juicio celestial. Nuestro Señor Jesús no cambia su parecer ni miente. No es demasiado tarde para cambiar nuestra actitud, pues Dios nos da muchas oportunidades para arrepentirnos. Preparémonos para poder permanecer de pie ante el Trono de nuestro Señor. Por su gracia, estudiemos su Palabra en oración y preparémonos para su regreso.

 

VICTORIA SELVARAJ

Radio Adventista

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