TERRY DISCHINGER
Con paciencia esperé que el Señor me ayudara, y él se fijó en mí y oyó mi clamor. Salmo 40:1.
Lo siento mucho, Sra. Dischinger, pero su hijo tendrá que abandonar el juego de pelota. Tiene un soplo en el corazón.
-Muy bien -replicó serenamente la madre-, veremos que se acaten sus órdenes.
-¡No! ¡No! ¡No! -protestó Terry, que tenía catorce años de edad- No quiero ser un inválido toda la vida. Primero tuve el problema con la rodilla, ahora es el corazón. ¡ No es justo! ¿Por qué me hace esto Dios?
-La verdad es que Dios no te ha hecho nada -le explicó su mamá-. Simplemente, permite que sucedan estas cosas con un propósito. En su infinita sabiduría, éi ve que hay algo que debes aprender.
-¿Cómo qué…?
-Como la paciencia… Y la fe. Piensa en cómo te molestas cuando haces algo que no te sale perfecto. Se requiere mucho tiempo para crecer y aprender. Ten fe en Dios, y todo saldrá bien.
-¿Cómo puedo tener fe si todo me sale mal? -se quejaba Terry- Nunca más podré ser feliz. Es como si fuera el fin del mundo para mí.
-Yo sé, hijito -lo consolaba la Sra. Dischinger-, Pero debes tratar de creer que Dios te ama. No pierdas tiempo lamentándote; esfuérzate en aprender las lecciones que él quisiera que aprendas.
En los días tristes que siguieron, Terry aprendió la lección de la paciencia. Siguió fielmente las instrucciones del médico día a día, y luchaba para tener fe y confianza absoluta en la voluntad de Dios. Después de doce largos meses desapareció el soplo del corazón y Terry pudo reanudar activamente su vida deportiva. Ganó campeonatos estatales en las especialidades de fútbol americano, béisbol, baloncesto y carrera de vallas. Además, le ofrecieron becas de estudio en más de cincuenta colegios. Llegó a ser una estrella del baloncesto profesional.
¿Querrá decirte algo Dios con algún contratiempo? ¡Sigue adelante! Ten fe en él. Cree en su amor. Cuando menos lo pienses, contestará tus oraciones.