LIBEREN A WILLY
“Estad pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1).
Nació en Islandia en 1976 y fue la orca más famosa y querida del mundo, por dos razones medulares:
1. Fue mundialmente conocida por su participación en la película “Free Willy” [Liberen a Willy], de 1993, y sus tres secuelas.
2. Fue la primera y única orca macho que vivió en cautiverio y retornó a su hábitat natural.
Keiko (nombre real de la famosa orca) murió en las costas de Noruega un día como hoy, de 2003.
Su vida fue realmente de película. Capturada cerca de lslandia por un pescador en 1979, fue puesta en libertad el 11 de julio de 2002… ¡en el mismo lugar donde había sido capturada! En ese lapso de 23 años, Keiko fue estrella de cine, estrella en tres acuarios, y objeto de disputa entre ecologistas, biólogos marinos y público en general. Finalmente, fue liberada. Tras este noble gesto, ella no supo relacionarse ni establecerse con otras orcas. Aunque no lo creas, buscaba en forma permanente la compañía humana en los barcos y en las costas. Así, viajó hasta Noruega, y fue trasladada a la Bahía de Taknes, donde vivió en estado de semicautividad hasta el final de sus días. Keiko era ya libre, pero no supo vivir su libertad; tanto tiempo estuvo relacionada con humanos que ahora no podía, ni sabía, vivir sin ellos.
Algo similar nos ocurre con el pecado. Dios nos creó libres, pero fuimos atrapados por los encantos de la serpiente antigua, llamada diablo y Satanás. No obstante, fuimos liberados por medio de la sangre de Jesús. Pero, una vez justificados por la fe y habiendo iniciado el camino de la santificación por la fe, solemos regresar al pecado esclavizador.
Hoy puede ser un día histórico si permaneces firme en la libertad que Dios te da para liberarte de tus pecados.
“El gobierno de Dios no está fundado, como Satanás quiere hacerlo aparecer, en una sumisión ciega y en un dominio irracional. Al contrario, apela al intelecto y la conciencia. […] Dios no fuerza la voluntad de sus criaturas […] Él desea que el hombre, la obra maestra de su poder creador, alcance el más alto desarrollo posible. Nos presenta la gloriosa altura a la cual quiere elevarnos mediante su gracia. Nos invita a entregarnos a él con el propósito de poder obrar su voluntad en nosotros. A nosotros nos toca elegir si seremos libres de la esclavitud del pecado para participar de la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Elena de White, El Camino a Cristo, pp. 38,39).