EL BURRITO ENGREÍDO
“Llevaron la burra y el burrito, y pusieron encima sus mantos, sobre los cuales se sentó Jesús” (Mateo 21:7, NVI).
Aunque los Beatles ya eran famosos, el fotógrafo lain Mcmillan no tenía ¡dea del Impacto que tendría su fotografía del 8 de agosto de 1969. Capturaba el cruce de los Beatles por un paso peatonal (cruce de cebra) en la calle Abbey, denominación posterior del álbum “Abbey Road”. Cerca de las 11:30 de la mañana, el fotógrafo tenía solo diez minutos para tomar la foto, mientras un policía interrumpía el tráfico a espaldas del fotógrafo.
En la escena, el grupo cruza en fila, con Lennon a la cabeza, luego Starr y McCartney, y finalmente Harrison. McCartney está descalzo y no coordina el paso con los demás. El Volkswagen “Escarabajo” que aparece era propiedad de alguien que vivía al lado del estudio y solía estar estacionado allí. Después de salir en la portada del álbum, su matrícula (LMW 281F) fue objeto de numerosos robos por parte de los seguidores de la banda. En 1986, el coche fue vendido en subasta por 2.530 libras esterlinas y, a partir de 2001, fue expuesto en un museo alemán.
Es interesante que aquello que parecía meramente un decorado de fondo de la foto tuviese un protagonismo inusitado. Era un vehículo normal y corriente que, de no haber aparecido en la foto de portada de la banda más popular del mundo en ese momento, habría sido ignorado. Y sería ilógico que ese Volkswagen “se la creyera” y pensara que era importante por la atención que muchos manifestaban por él. Su fama, en realidad, derivó de la popularidad alcanzada por los Beatles.
Se cuenta que el burrito que llevó a Jesús durante su entrada triunfal en Jeru- salén quedó sorprendido porque todos le gritaban hosannas y se inclinaban y agitaban palmas mientras él pasaba. Esa noche, al volver a su casa, el burrito dijo a sus padres: “A partir de hoy, tienen que tratarme con respeto, ya que soy muy importante. Esta mañana todo el pueblo de Jerusalén me rindió homenaje y se inclinó ante mí”.
Los padres quedaron intrigados, y acompañaron al burrito hasta la ciudad, para ver si eso era cierto. Para decepción del burrito, nadie lo miró, y hasta lo golpeaban para que saliera del camino.
Como el burrito, muchos mensajeros olvidan al Dios del mensaje y permiten que el orgullo y la suficiencia propia se apoderen de ellos. ¡Ay del que olvida al Señor del mensaje y concentra su atención en el mensajero!
Eloy, pide a Dios que te recuerde que eres un instrumento en sus manos; que te dé sabiduría y humildad para cumplir fielmente con tu parte, dando la gloria a Dios.