EL HOMBRE QUE TENÍA UN SUEÑO
“Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion, seremos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenará de risa, y nuestra lengua de alabanza. Entonces dirán entre las naciones: Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos” (Salmo 126:1, 2).
La bala que atravesó su garganta ese 4 de abril de 1968 a las 18:01, y que le arrebató la vida, no logró que su misión quedara inconclusa. Su voz se acalló, pero otras miles siguieron haciéndose oír. Martin Luther King Jr., pastor bautista y adalid de la lucha contra la segregación racial, fue asesinado por un segregaciónista blanco en el balcón del Lorraine Motel en Memphis, Tennessee, Estados Unidos.
Luther King nació en 1929. Trabajó en pos de los derechos de las personas de color, y lideró movimientos en favor de la paz y contra la pobreza. Su lucha siempre se caracterizó por la no violencia. Entre 19S7 y 1968, recorrió casi diez millones de kilómetros y habló en público más de 2.500 veces.
En 1964 recibió el Premio Nobel de la Paz. Hoy, es reconocido como uno de los más grandes líderes sociales y oradores de la historia moderna.
El 28 de agosto de 1963, en una marcha realizada en Washington por el Trabajo y la Libertad, pronunció su famoso discurso “Tengo un sueño”.
Un fragmento dice: “Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad. ¡Hoy tengo un sueño! Sueño que un día, el Estado de Alabama […] se convierta en un sitio donde las niñas y los niños negros puedan unir sus manos con las de las niñas y los niños blancos, y caminar unidos, como hermanos y hermanas. ¡Hoy tengo un sueño!”
¿Cuál es tu sueño? ¿Qué estás haciendo por alcanzarlo? Recuerda que no puedes soñar siendo esclavo del pecado. Dios tiene el poder de liberarte y darte la victoria.
Hoy puede ser un día histórico. Trabaja duro por tus sueños. Ora por ellos. Encomiéndaselos a Dios y confía en él. ¡Tu boca se llenará de risas!
“Queridos jóvenes, ¿cuáles son las metas y los propósitos de sus vidas? ¿Ambicionan una educación para tener renombre y posición en el mundo? ¿Tienen el pensamiento, que no se atreven a expresar, de estar algún día en la cima de la grandeza intelectual; de sentarse en asambleas legislativas y deliberantes, y de ayudar a dictar leyes para la nación? No hay nada malo en estas aspiraciones. Cada uno de ustedes puede llegar a distinguirse. No deberían contentarse con adquisiciones mezquinas. Escojan una norma elevada y no escatimen esfuerzos para alcanzarla” (Elena de White, Mensajes para los jóvenes, p. 32).