FIEL A LOS PRINCIPIOS
«Cuando Mardoqueo supo todo lo que había pasado, se rasgó la ropa en señal de dolor, se vistió con ropas ásperas, se echó ceniza sobre la cabeza y empezó a recorrer la ciudad dando gritos llenos de amargura. Así llegó hasta la entrada del palacio real, pues no se permitía que entrara nadie vestido de tal manera». Ester 4: 1-2
NO SÉ SI LO HAS NOTADO, pero cuando se toca el tema de los principios casi de inmediato sale a relucir una percepción negativa. Vivir una vida apegada a los principios, para muchos, significa estar bajo un control excesivo o haber perdido la libertad. Pero la historia de Mardoqueo nos ilustra lo que significa tener principios y la recompensa que se obtiene de vivir en armonía con ellos.
Puedes imaginar la angustia que Mardoqueo experimentó al enterarse de que toda su raza estaba condenada a muerte; sin embargo, la Biblia dice que en medio de esa terrible circunstancia no transgredió la ley medopersa que prohibía entrar vestido de luto a la presencia del rey, Mardoqueo pudo haber dicho como Ester: «Si tengo que perecer, que así sea» (ver Ester 4:16) y pasar a través de las puertas para llamar la atención del rey, pero no lo hizo.
Al actuar de esta manera, Mardoqueo mostró su determinación a no transgredir la ley del imperio. Se dice que el cristianismo de una persona queda de manifiesto cuando puede hacer algo con la certeza absoluta de que aunque nadie se enterare, hará siempre lo que sea correcto. Mardoqueo era de esta clase de personas y al final cosechó la fama y el poder. Debo aclarar que este ascenso no ocurrió de la noche a la mañana. A ti, como a Mardoqueo, te puede tomar tiempo mostrar a los demás que eres un joven de principios. Mardoqueo lo hizo tanto por medio de actos heroicos, como salvar la vida del rey (ver Ester 2: 19-23), y también en su día a día al servir con integridad en la puerta del palacio.
Este nuevo año te ofrece la oportunidad de colocarte de parte de la justicia «aunque se desplomen los cielos» (La educación, cap. 7, p. 54). Esta es una decisión que hemos de tomar cada día.
Si así lo hacemos, al final de la carrera cosecharemos la honra y la gloria que Cristo nos promete en el reino de su Padre. ¡Maranata! El Señor viene.
Israel Leito
Presidente de la División Interamericana