Entonces el Señor le preguntó: «¿Y no has pensado en mi siervo Job? ¿Acaso has visto a alguien con una conducta tan intachable como él? ¡No le hace ningún mal a nadie, y es temeroso de Dios!» (Job 1: 8).
POR LO GENERAL TODOS TIENEN UN CONCEPTO DE NOSOTROS. Algunas personas tienen un concepto muy cercano a la realidad, mientras que otras tienen un concepto superficial. Pero, aunque algunas personas nos conocen muy bien, pueden errar en el concepto, ya que nuestros semejantes no tienen la capacidad de leer la mente ni sus intenciones.
Ahondando más sobre el tema del concepto, lo que realmente debería importarnos es el concepto que Dios tiene de nosotros. Es decir, los demás pueden expresar sus opiniones y hasta halagarnos. Pero, ¿qué concepto tiene Dios sobre nuestra conducta y manera de vivir?
Personalmente, nunca dejé de admirar a Job: un hombre con las mismas tendencias que nosotros, con las mismas luchas, pero el concepto que Dios tenía de él era asombroso. En ese diálogo tan conocido entre Dios y Satanás, Dios le preguntó al enemigo: «¿No has pensado en mi siervo Job? ¿Acaso has visto a alguien con una conducta tan intachable como él? ¡No le hace ningún mal a nadie, y es temeroso de Dios!». ¿Te das cuenta del concepto que Dios tenía de este patriarca? Dios, que no se guía por las apariencias, que es imposible engañarlo y que conoce la vida de todos como si fuera un libro abierto, dijo que no había otro como él en la tierra. ¡Eso es tremendo! En todo el mundo, nadie igualaba a Job.
En mi caso, y espero que también vaya contigo, deseo que Dios tenga un concepto tan elevado de mí como lo tenía de Job. Pero, ¿cómo es posible lograr que nuestro carácter sea tan puro, como para que Dios nos elogie en las cortes celestiales?
Elena G. White habla del crecimiento espiritual del siguiente modo: «Cristo no nos ha dado la seguridad de que sea asunto fácil lograr la perfección del carácter. Un carácter noble, cabal, no se hereda. No lo recibimos accidentalmente. Lo obtenemos mediante esfuerzos individuales, realizados por los méritos y la gracia de Cristo. Dios da los talentos, las facultades mentales; nosotros formamos el carácter. Lo desarrollamos sosteniendo rudas y severas batallas contra el yo. Hay que sostener conflicto tras conflicto contra las tendencias heredadas. Tendremos que criticarnos a nosotros mismos severamente y no permitiremos que quede sin corregir un solo rasgo desfavorable” ( Mente, carácter y personalidad , t. 2, p. 566).
Dios nos dejó claros consejos para que el carácter de Job no sea una excepción. ¿Estás dispuesto a luchar para alcanzarlo?