Lunes 9 de Diciembre – CUIDADO CON LA ADULACIÓN – Devocional Damas

LA REINA DE SABÁ

CUIDADO CON LA ADULACIÓN

Y dijo al rey: Verdad es lo que había oído en mi tierra acerca de tus cosas y de tu sabiduría; pero yo no creía las palabras de ellos, hasta que he venido, y mis ojos han visto; y he aquí que ni aun la mitad de la grandeza de tu sabiduría me había sido dicha; porque tú superas la fama que yo había oído. 2 Crónicas 9:5, 6.

Al principio, Salomón, juez sabio, justo y temeroso de Dios, recibió la visita de la reina de Sabá, región en el sur de Arabia. Como soberana, ella tenía copiosas riquezas. Los regalos que trajo al joven monarca comprueban la opulencia de su reino.

Curiosa por los informes de grandeza y de la extraordinaria sabiduría de Salomón, la reina concertó su viaje de descubrimiento: vería y oiría personalmente lo que tantos referían. Al dialogar con el joven Salomón, quedó fascinada. Sus palabras captan algo de su asombro: “He aquí que ni aun la mitad de la grandeza de tu sabiduría me había sido dicha; porque tú superas la fama que yo había oído. Bienaventurados tus hombres, y dichosos estos siervos tuyos que están siempre delante de ti, y oyen tu sabiduría. Bendito sea Jehová tu Dios, el cual se ha agradado de ti para ponerte sobre su trono como rey para Jehová tu Dios; por cuanto tu Dios amo a Israel para afirmarlo perpetuamente, por eso te ha puesto por rey sobre ellos, para que hagas juicio y justicia” (2 Crónicas 9:6-8).

Al paso del tiempo, Salomón se enorgulleció. Su ambición lo llevó lejos en el pecado. Se casó con mujeres idólatras, emparentó con el rey de Egipto, hizo alianza con naciones paganas. Su carácter justo desapareció y se convirtió en un vil instrumento de Satanás. Malgastó los recursos sagrados destinados a cuidar y atender a los pobres, construyendo palacios, ídolos, altares a ídolos y jardines, complaciendo a sus esposas impías. Su firmeza moral se debilitó, pues intentó servir a Jehová y a las riquezas. La sabiduría, consecuencia de conocer a Dios, lo abandonó. Vivió licenciosamente. Su necedad se perpetuó al construir descomunales ídolos en el monte frente al mismo templo que erigió en honor al Dios vivo.

La adulación es un poderoso instrumento maléfico. Que sea nuestra oración: ¡Manténnos humildes, Señor! ¡En todo momento, ayúdanos a usar las facultades y dones que nos confiaste para gloria de tu nombre! —RL

Radio Adventista

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