NO OPERO SIN ORAR
“Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, que no se mueve, sino que permanece para siempre” (Salmo 125:1).
Una de las fechas más difíciles del calendario es el Día Internacional de la Lucha Contra el Cáncer: hoy. En todo el mundo se están realizando actividades de prevención y apoyo a las familias que enfrentan los desafíos de esta enfermedad. Es una lucha que requiere un cambio de hábitos, un mejor uso de los recursos de la medicina, esperanza y confianza en el Señor.
La historia de René es un lindo ejemplo de transformación en medio del dolor. Hace algunos años, él fue al Hospital Adventista Silvestre, en Río de Janeiro, con informes médicos poco alentadores. Tenía cáncer de estómago y necesitaba una cirugía. El día de la intervención, el Dr. Daniel Reis se acercó a la cama de René. Después de saludarlo, le pidió permiso para hacer una oración, según su costumbre.
René lo rechazó y le dijo: “Como vicepresidente de la Sociedad Atea del Brasil, no necesito de un Dios en quien no creo, mucho menos de la oración”. La respuesta del Dr. Reis fue rápida y precisa: “Respeto su opinión, pero quiero dejarle en claro que no opero sin antes orar. En este caso, tendremos que buscar otro médico”. René entendió que debía ser más flexible y contestó: “Para mí no es necesario, pero si usted lo necesita, puede orar”.
El Dr. Daniel y los demás médicos hicieron un círculo alrededor de René y oraron. La cirugía fue exitosa, pero su condición era un desafío. Algunos meses después, tuvo que pasar por una segunda cirugía; pero, en el intervalo de tiempo entre las dos, recibió estudios bíblicos, oraciones y abrazó las promesas de Dios.
El día de la segunda cirugía, antes de que los médicos oraran, René se anticipó: “¿No orarán por mí?” Tiempo después llegó a la conclusión: “Dios permitió esta enfermedad para que yo pudiera vivir”. En el momento de dolor, René aprendió a aferrarse al Salvador.
La enfermedad puede ser una tragedia o una oportunidad, depende de ti. Si permites que Dios asuma el control, el dolor se transformará en paz. Pronto “serán aclaradas todas las perplejidades de la vida. Donde a nosotros nos pareció ver solo confusión y desilusión, propósitos quebrantados y planes desbaratados, se verá un propósito grandioso, dominante, victorioso, y una armonía divina” (La educación, p. 305). En los brazos del Señor, cualquier lucha se hace más llevadera.