AMÉRICO VESPUCIO
El Señor detesta los labios mentirosos, pero se deleita en los que dicen la verdad. Proverbios 12:22.
He descubierto un nuevo mundo -escribió Américo Vespucio en su libro publicado a comienzos del siglo XVI.
-Mantengo fieles registros de los lugares donde he estado -afirmaba Américo-. He cartografiado mapas y diagramas para probarlo.
-¡Cuán inteligente es este hombre! -decían las personas que leían su libro.
-El nuevo mundo debe llevar el nombre de Américo Vespucio -solicitaban los hombres de letras.
De manera que el nuevo mundo recibió el nombre de “América”.
El caso es que poco de lo que dijo Américo era verdad. Nunca guio una expedición de exploración al Nuevo Mundo. Es cierto que participó en algunas expediciones con navegantes como Cristóbal Colón, pero solo en su calidad de timonel o “astrónomo”;, como los llamaban en esos días. Su trabajo consistía en anotar la posición del barco guiándose por el sol y las estrellas. Pero la verdad es que los mapas de su libro fueron trazados por Cristóbal Colón. Américo escuchaba con avidez las historias narradas por los marineros acerca de otras expediciones, y luego las adaptaba y publicaba como suyas.
¿Cómo consideras lo que hizo Américo? ¿Crees que fue correcto que tomara los mapas y diagramas de Colón, para luego afirmar que eran suyos? ¿Fue honesto de su parte el atribuirse el descubrimiento del Nuevo Mundo? Américo se salió con la suya, puesto que en aquellos tiempos no había forma de asegurar los derechos de autor de una determinada obra.
Lee la segunda página de este libro, donde encontrarás la palabra “Copyright” seguida de la letra “c” encerrada en un círculo. Esto significa que no está permitido copiar nada de este libro sin permiso del autor. SI alguna vez tienes necesidad de copiar un párrafo de este libro para un trabajo escolar, recuerda que deberás iniciarlo y terminarlo con comillas (“”), para mostrar que estas palabras no te pertenecen. Además, debes dar crédito al verdadero autor de esas palabras.
Tengamos cuidado con nuestros trabajos escolares, para no caer en el mismo error que cometió Américo Vespucio. Cuando entreguemos una tarea al profesor, asegurémonos de que es nuestra, y no una copia del trabajo de un compañero. Copiar es engañar. Engañar es mentir, y mentir es pecado. Dios nos advierte que los mentirosos no caminarán por las calles de oro de la Nueva Jerusalén.