LA SORPRESA DE CUMPLEAÑOS
“¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos!” (Sal. 139: 17).
Se acercaba mi cumpleaños en agosto. Cumplía cincuenta años, y era un gran hito en mi vida. No tenía grandes planes; simplemente, hacer senderismo y disfrutar de la naturaleza. Generalmente, Carl, mi esposo, se toma el día libre en mi cumpleaños y lo pasamos en la naturaleza. Estaba contando los días para hacer lo mismo este año. Es lindo sentirse mimado de vez en cuando, especialmente en los cumpleaños. Recibir muchas tarjetas y llamadas de la familia y los amigos me hace sentir amada y cuidada.
Bueno, este cumpleaños terminó siendo mucho más especial de lo que había imaginado. Últimamente, Carl había estado haciendo algunas cosas extra en la casa. Había limpiado la alfombra del porche cubierto; un gran trabajo, con el cual estuvo hasta pasada la medianoche. También, lo vi limpiando y trabajando mucho en el patio, pero simplemente pensé. Está haciendo esto porque tiene que hacerse. Incluso nuestro hijo menor, Dmitri, aspiró la sala de estar y, cuando le pregunté por qué, me respondió: “Papá me dijo que lo hiciera” Nuevamente, pensé. Qué lindo es que me ayuden con tantas tareas que hay para hacer.
El domingo de tarde, Carl me llamó diciendo: “Parece que viene alguien”. Me di vuelta y vi una camioneta 4×4 grande estacionando frente a casa. ¡Mi familia había viajado trece horas desde Nueva York, por mi cumpleaños! Los miré bajar del vehículo: mi mamá, mi hermana y mi cuñado; ¡no podía creerlo! ¡Realmente estaban allí, en persona! No tenía la menor idea de que vendrían. Todo lo que podía pensar era que habían venido por mí. Habían venido para estar conmigo. Mi corazón se llenó de gozo. Pasamos tiempo juntos, conectándonos de manera aún más profunda. Lo que mi familia hizo por mí está grabado en mi mente y mi corazón. Solo pensar en eso me hace llorar.
Sí, mi cumpleaños llegó con muchos regalos y sorpresas. Pero la más preciosa de todas fue que estuvimos juntos. Un día, Jesús nos sorprenderá a todos, ¿no es así? Un día, vendrá del cielo a esta Tierra solo por ti y por mí, y ese será un día que nunca olvidaremos. Estaremos juntos con nuestra familia celestial por toda la eternidad. ¡Qué momento especial será cuando venga otra vez! Solo pensar en eso me hace llorar.
ROSEMARIE CLARDY