ÁNGEL GUARDIÁN
«Dios mismo les dirá a sus ángeles que nos cuiden por todas partes». Salmo 91: 11, TLA
HABÍA RENUNCIADO A MIS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS para responder al llamado que Dios me había hecho de trabajar en su obra como maestra. Después de un tiempo retomé los estudios en una universidad cercana, viajaba tres horas cada día. Era agotador, pero la alegría de estar cumpliendo mi sueño lo compensaba.
La ruta era peligrosa, por los asaltos. Yo había desistido de continuar viajando, pues la situación era muy estresante. Mi jefa me animó con promesas como la que está en el versículo de hoy y decidí terminar mi semestre, pues solo faltaban quince días. Cierto día, un vehículo nos alcanzó, enseguida se puso adelante y bajó su velocidad obligando de esta manera a que el autobús en que viajaba disminuyera la velocidad. De las ventanas del vehículo tres hombres comenzaron a disparar. Todos corrimos a la parte de atrás del autobús para salir por la puerta de emergencia, pero esta solo se abría desde afuera. Se oían gritos desesperados, algunos pasajeros pateaban las ventanas y la puerta, pero todo era en vano. Yo me quedé sentada con mi compañero de asiento, sentía paz y la seguridad de que mi vida estaba en las manos de Dios.
Cuando pasó todo, me percaté de que el autobús no había recibido ni un solo impacto de bala, pero, ¿y todas las balas que esos hombres disparaban? No lo sé, pero nadie salió herido. Un pastor me dijo: «Maestra, Dios envió a sus ángeles para protegerla, esa es la razón por la que ni una bala tocó el autobús».
Después de haber pasado por aquella experiencia soy más consciente del cuida do protector que Dios me prodiga. Creo en el ministerio de los ángeles en nuestro beneficio, creo que nuestra vida está segura en las manos de Dios, porque él es fiel. Ellen G. White escribió: «No sabemos qué resultados traerá un día, una hora o un momento, y nunca debiéramos comenzar el día sin encomendar nuestros caminos a nuestro Padre Celestial. Sus ángeles están comisionados para velar por nosotros, y si nos sometemos a su custodia, entonces en cada ocasión de peligro estarán a nuestra diestra» (La verdad acerca de los ángeles, cap. 2, p. 15).
Rosa C. Carbajal
Honduras