Lunes 4 de julio – El joven rico que dijo «sí» Devoción matutina para jóvenes
Honra al Señor con tus bienes. (Proverbios 3: 9, RVC).
¿Te acuerdas del desenlace que tuvo el encuentro entre Jesús y el joven rico? d Déjame resumirte el relato. El muchacho se acercó a Jesús y le preguntó: «Maestro, ¿qué cosa buena debo hacer para tener vida eterna». El Señor fue al punto: «Si quieres entrar en la vida, obedece los mandamientos». El jovencito explicó que había guardado los mandamientos desde que era niño. Sin embargo, a pesar de haber cumplido con los requerimientos de la Ley, sentía que le faltaba algo. Y como Jesús conocía lo que había en su interior, le recomendó: «Vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme». Cuando el joven oyó eso, se fue triste, porque era muy rico (ver Mateo 19:16-22). Sí, se quedó con su dinero, pero también con su tristeza.
Cientos de años después, en el siglo XVIII, nos encontramos con otro joven rico que le dijo «sí» a Jesús. Me refiero a Nicolaus Ludwig, el conde de Zinzendorf, Alemania (1700-1760). Nicolaus nació en el seno de una de las familias más acreditadas de Europa y era descendiente directo del emperador Maximiliano I de Habsburgo. Tras graduarse de Derecho en la prestigiosa Universidad de Wittenberg, se dedicó al servicio diplomático y más tarde sirvió en la corte de Dresden. Al percibir que el racionalismo estaba minando la fe protestante, decidió impulsar un despertar espiritual entre sus correligionarios. Tras renunciar a sus funciones públicas fundó, en la comunidad de Herrnhut, un centro de entrenamiento espiritual y misionero.
En 1732 salieron de Herrnhutlos primeros misioneros moravos enviados al Nuevo Mundo, que se asentaron en las Islas Vírgenes y en Guyana. En 1735 enviaron predicadores a evangelizar a los nativos de Norteamérica; y luego establecieron misiones en Sudamérica, África y la India, donde llegaron a tener más de cien misioneros. El 9 de mayo de 1760, Nicolás llamó a John, su hijo adoptivo, y le dijo: «Estoy listo para morir. He cumplido con la voluntad de Dios para mi vida, y él está satisfecho conmigo». John comenzó a cantar: «Señor, despide en paz a tu siervo». Esa misma noche Nicolaus murió con la satisfacción de haberle dicho «sí» a Jesús cuando todavía era un joven rico.
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