LA ESFERA CELESTIAL
“Encomienda al Señor tu camino, confía en él, y él actuará” (Sal. 37: 5).
Llegamos temprano a la comandancia de la Fuerza Aérea, en Río de Janeiro, Rep. del Brasil, ya que teníamos una cita a las ocho de la mañana. Lo que no sabíamos era que la habían reprogramado para la una de la tarde. Nos identificamos y nos sentamos a esperar. Tanto mi esposo como yo habíamos llevado un libro, así que leímos mientras esperábamos. En cierto momento, levanté la vista y vi que se acercaba a hablar con nosotros un sargento que conocía. Cuando le dijimos lo que necesitábamos, que era hablar con el coronel de la Tesorería, dijo que no valía la pena esperar, dado que el coronel no recibiría a nadie. Le respondí que ya que estaba allí, lo intentaría. Miré a mi esposo y le dije: “¿El coronel no me atenderá? ¡Me pondré a orar!” Entonces, dejé la esfera humana y entré a la esfera celestial. Terminé de hablar con Dios y seguimos leyendo. Dios ya había comenzado a actuar.
Nos llamaron a las once de la mañana. En el tercer mostrador, al cual nos remitieron, un hombre comenzó a hacerme preguntas. Respondí pacientemente sus preguntas. Entonces, el caballero nos pidió que lo acompañáramos, y así lo hicimos. Hablé con él entusiastamente mientras caminábamos. Mi esposo, que es miembro del Ejército, trató de susurrarme algo para informarme del rango del hombre, pero no lo entendí. Entramos en una oficina y el hombre comenzó el procedimiento para resolver el error en mi sueldo. Cuando terminó, le pedí permiso para ver su nombre en la insignia que llevaba, ya que había sido tan servicial. ¡Quedé atónita! El hombre que Dios había enviado para ayudarme no era el asistente del tesorero, sino la segunda persona más importante de la organización: el subdirector general. Luego, tuve que esperar un ratito más en otra habitación, donde aproveché a agradecerle a Dios con mucha emoción y testifiqué ante mi esposo sobre el Dios a quien amo y obedezco. ¡Este Dios de milagros, este Dios en la esfera celestial, continúa siendo el mismo! ¡Solo debes creer!
Nuestra cita había sido reprogramada para la una de la tarde, pero salimos de la comandancia de la Fuerza Aérea al mediodía, con la solución deseada.
¿Y tú? ¿Qué te parece comenzar a experimentar el poder de Dios ahora mismo? ¡No te des por vencida!
ELIANA NUNES PEIXOTO