CERTEZAS

“Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva” (Filipenses 1:6).

Al terminar 2019, necesitamos atesorar algunas certezas:

Vivimos la combinación de un mundo que cae violentamente y una iglesia que se levanta de manera poderosa. Eso indica que está llegando el tiempo en que nuestra gran esperanza se transformará en una gran realidad.

Dios está haciendo grandes cosas, y con rapidez. Necesitamos estar preparados para los últimos sucesos.

La unidad de la iglesia es innegociable. Cuando nos unimos, el Espíritu Santo actúa. Si permitimos que cualquier cosa nos divida, entregamos el control al enemigo, y eso no puede suceder.

Es tiempo de buscar a Dios de una manera más comprometida. Única­mente andando con él vamos a resistir al enemigo y permanecer de pie.

Necesitamos un compromiso más claro con la voluntad de Dios. A medida que vivimos los últimos días, vamos a ser cada vez más diferentes del mundo que nos rodea. Nuestro compromiso no puede estar con las últimas tendencias, sino con el Reino de Dios. Necesitamos alinear nuestro gusto personal con el Cielo: nuestras conversaciones, nuestra música, nuestros alimentos, los lugares que frecuentamos, nuestro estilo de vestimenta y nuestra apariencia personal; es decir, toda nuestra vida.

Dios nos pide un sacrificio mayor. Si realmente queremos que Cristo regrese muy pronto, necesitamos dedicar nuestro tiempo, nuestras propiedades, nuestros recursos y nuestros talentos al cumplimiento de la misión. No podemos soñar con el cielo y, al mismo tiempo, mantener el corazón preso en la Tierra. La causa de Dios no va a avanzar por medios naturales, sino con milagros divinos realizados por medio de personas comprometidas.

Lo mejor está por venir. Esa es mi mayor seguridad. Al ver lo que Dios ha hecho y las puertas que se abrieron de manera cada más potente, estoy seguro de que recién comenzamos a conocer lo que el Espíritu Santo realizará en estos últimos días.

Ante cada una de estas bendiciones y certezas que nos mueven hacia el futuro, acepta la invitación inspirada: “El año nuevo está delante de nosotros, y deben trazarse planes para realizar un esfuerzo fervoroso y perseverante en el servicio del Maestro. Hay mucho que hacer para impulsar la obra de Dios” (El colportor evangélico, p. 26).