De las pandillas al ministerio –Segunda parte-
«¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!». Romanos 8: 39
CONTINUANDO CON MI RELATO que empezamos ayer te cuento que, pasados unos meses estudiando la Biblia, mis dos nuevos amigos me invitaron a una campaña de quince días. Cuando hicieron los llamados al bautismo medio vergüenza y no me levanté; pero cuando fueron a mi hogar y me preguntaron si quería bautizarme acepté.
El día del bautismo decidí dar un paseo en otro barrio con unos amigos. Se acercaron a nosotros unos policías y nos dijeron: «Ustedes no son de aquí, ¿qué hacen por aquí?», y nos detuvieron para investigarnos. Al pasar por el corredor que conducía a la celda preventiva escuchaba desde las celdas interiores del penal que me llamaban, unos para darme la bienvenida y otros para amenazarme. Al entrar a la celda y mirar a mí alrededor escuché una voz que me preguntó: «¿Esta es la vida que quieres?». Respondí que no y decidí bautizarme ese mismo día, pero salía la media noche.
Al día siguiente los hermanos fueron a mi casa a buscarme, les conté lo que había pasado y con un abrazo y una sonrisa en su rostro me llevaron a la iglesia. Para colmo de males no había agua y como pensaron que no habría más bautismos, los hermanos habían vaciado el bautisterio. Mientras miraba la pileta vacía se me acercó un hombre mayor, me miró y me dijo: «Si yo tengo que traer un carro de bomberos para que llene este pila y te puedas bautizar, lo haré, mañana serás bautizado para la honra y gloria de Dios», y así fue.
Pasó el tiempo y el Señor hizo su obra, mi vida comenzó cambiar y en el 2006 decidí ir a estudiar inglés a UNADECA (Universidad Adventista de Centroamérica, Costa Rica). Al llegar allí participé de un proyecto misionero que buscaba plantar una congregación. Predicar se volvió mi pasión, dedicaba mis tiempos libres a estudiar la Biblia con la gente, hasta que se me hizo la invitación de estudiar Teología y acepté con mucho gusto.
Al finalizar fui llamado para ser pastor en el mismo lugar donde me bauticé. Ya han pasado seis años y sigo sirviéndole a Dios.
¿Cuál es tu historia?
Recuerda que no importa de dónde vengas ni adónde vayas, nada podrá separarte del amor de Dios.
Ulises Quintana Valdés
Panamá