SÉ EXACTAMENTE CÓMO TE SIENTES
“Así dice el Señor Todopoderoso: juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros” (Zac. 7: 9).
¿Alguna vez dijiste a alguien que pasaba por un momento difícil: “Lo lamento mucho. Sé exactamente cómo te sientes”? Pero, al decir esas palabras, ¿Sabíamos realmente cómo se sentía esa persona? Y cuando otros nos dirigen esas palabras ¿saben de verdad cómo nos sentimos nosotros? Tres meses después de tener mi primera cirugía de reemplazo de rodilla, hice un viaje a Nueva York para asistir a un Congreso de Mujeres en la Naciones Unidas. Mi hotel estaba a unas cuatro cuadras del edificio de las Naciones Unidas y, como sabía que no podría caminar esa distancia todos los días, alquilé una silla de ruedas. Lo que no imaginé fue la reacción que la mayoría de las personas tuvo ante alguien en silla de ruedas.
Cada día, al maniobrar por las calles en mi silla de ruedas y al entrar en el edificio de las Naciones Unidas, me asombró la insensibilidad de algunos. Muchas personas abrían la puerta y entraban en el edificio, dejando que se cerrara en mi cara. Cuando trataba de alcanzar algo de un estante, las personas. Se estiraban sobre mí para alcanzar lo que ellos querían, sin preguntar si necesitaba ayuda. Me consternó cuán grosera e indiferente puede ser la persona promedio.
Después estaban los pocos que sí se detuvieron, sonrieron y me preguntaron si necesitaba algo. Lo que esas pocas personas hicieron por mí contrastaba tanto con lo que la mayoría hacía, o no hacía. Aunque fueron solo unos días, esta experiencia me enseñó mucho sobre lo difícil que debe ser desenvolverse para quienes están discapacitados de alguna forma. ¿Experimentan, como yo, que la mayoría de las personas “capaces” somos groseras e indiferentes?
La siguiente semana de mi viaje a Nueva York, mientras reflexionaba sobre esta experiencia, entendí que una de las razones por las cuales Dios permite que pasemos por pruebas difíciles es para ayudarnos a desarrollar la compasión. Experimentar personalmente dolor o sufrimiento debería ayudarnos a sentir compasión por quienes ahora están sufriendo o dolidos.
La Biblia nos dice que debiéramos “mostrar misericordia y compasión” los unos con los otros. Una definición de “compasión” es “sentir o compartir el sufrimiento de otros”. ¿De qué modo podemos hacer esto? ¿Cómo podemos realmente sentir el sufrimiento de otros? Pidiendo a Dios que nos dé el corazón de Jesús, y permitiendo que nuestro propio dolor y sufrimiento nos dé un corazón que ame ayudar a los demás. Así, ninguna prueba resulta en vano.
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