LA VIUDA GENEROSA
MAYORDOMA DE DIOS — 2
De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero esta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento. Marcos 12:43, 44.
Hay mujeres pobres que son ricas en amor y en bondad. Ellas son pobres-ricas. También hay mujeres pobres que son tacañas. Ellas son pobres-pobres.
La viuda pobre de la historia evangélica era una pobre-rica. Era pobre en bienes materiales pero rica en amor. “Se privó de alimento para entregar esas dos blancas a la causa que amaba. Y lo hizo con fe, creyendo que su Padre celestial no pasaría por alto su gran necesidad. Fue este espíritu abnegado y esta fe infantil lo que mereció el elogio del Salvador” –DTG, 567.
Tal vez estás pensando que las dos moneditas que dio la mujer fueron bien recibidas por Dios por su valor sentimental y espiritual, pero que no hicieron diferencia a la hora de la contabilidad. Pero Elena G. de White afirma que esas dos moneditas también fueron significativas desde el punto de vista material; es decir, que han sido de gran provecho para la causa de Dios. Este es su comentario:
“Cuando Jesús dijo acerca de la viuda: ‘Echó más que todos’ sus palabras expresaron la verdad no solo en cuanto al motivo, sino acerca de los resultados de su don. Las ‘dos blancas, que son un maravedí’, han traído a la tesorería de Dios una cantidad de dinero mucho mayor que las contribuciones de aquellos judíos ricos. La influencia de ese pequeño donativo ha sido como un arroyo, pequeño en su principio, pero que se ensancha y se profundiza a medida que va fluyendo en el transcurso de los siglos. Ha contribuido de mil maneras al alivio de los pobres ya la difusión del evangelio. El ejemplo de abnegación de esa mujer ha obrado y vuelto a obrar en miles de corazones en todo país, en toda época. Ha impresionado tanto a ricos como a pobres, y sus ofrendas han aumentado el valor de su donativo. La bendición de Dios sobre las blancas de la viuda ha hecho de ellas una fuente de grandes resultados. Así también sucede con cada don entregado y todo acto realizado con un sincero deseo de glorificar a Dios. Está vinculado con los propósitos de la Omnipotencia. Nadie puede medir sus resultados para el bien” –DTG, 567, 568.
Nunca dejes de dar, aunque sea un par de monedas. Hazlo con la motivación que a Dios le agrada, el amor; y con espíritu de sacrificio, no le des a Dios de lo que te sobra, sino da lo mejor, aunque te duela. El Señor te observa, y se agrada de tu ofrenda. – FB