“Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús” (Hechos 4:13).
Fundado el 27 de febrero de 1900, el Bayern de Munich no solo es el club más popular de Alemania, sino uno de los de mayor prestigio en el mundo. Con un impresionante palmarás deportivo (es el mayor ganador de la Bundesliga, la liga alemana de fútbol, y cuenta con 17 trofeos de la Copa de Alemania), es uno de los cinco equipos que obtuvo el derecho a conservar como propia la Copa de Europa, ya que ganó ese torneo de forma consecutiva en 1974,1975 y 1976.
Sin embargo, más allá de los logros deportivos y el prestigio mundial, una cosa me llama la atención de esta institución deportiva: su lema. Es frecuente leer en la camiseta de sus jugadores, en los escudos y en las banderas el eslogan “Mia san mia”. La pregunta es: ¿Qué significa esto? En el dialecto bávaro, la frase se traduce como “Nosotros somos nosotros”. La idea que lleva implícita la frase es lo siguiente: “El Bayern es el Bayern y punto. El Bayern juega, y los demás se adaptan”. Es cierto que este eslogan puede asociarse con la arrogancia deportiva y la superioridad despectiva, pero lo concreto es que también imprime una identidad al equipo. El Bayern es el Bayern, y no cambia por nada.
En el momento en que se desarrolló la historia del libro de los Hechos, Pedro y Juan también habían entendido esta frase; en la época de los Evangelios, aún no. Ellos eran ellos. Antes habían sido potenciales terroristas (¿recuerdas cuando Juan y su hermano querían orar a Dios para que enviara fuego del cielo contra los samaritanos?) y negadores, mal hablados y huidizos (Pedro tiene un extensísimo currículum de todo esto). Pero ahora ellos eran ellos; el Espíritu Santo los había reformado. Luego de la transformadora experiencia en el aposento alto, eran cristianos cabalmente convertidos, notablemente firmes y sanamente apasionados. Lee Hechos 4:1 al 22 y te darás cuenta de esto.
Hoy puede ser un día histórico. Sé un auténtico cristiano. Vive lo que dices creer. Afianza tu identidad con la Biblia y sus elevados principios de vida. Haz que los demás reconozcan en ti a alguien diferente, no porque seas un superhéroe sino porque pasas tiempo con Jesús cada día.
“La conformidad con el mundo le está haciendo perder su identidad a nuestro pueblo. La perversión de los principios rectos no se ha producido repentinamente” (Elena de White, Mente, carácter y personalidad, t. 2, p. 560). PA