Lunes 26 de febrero “UNA VIDA NUEVA” Matinal para Damas

UNA VIDA NUEVA

“He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí” (Gál. 2: 20).

A principios del año 2005 soñé que moriría el séptimo mes de ese año. Le conté esto solo a una amiga, porque ella estaría conmigo durante el verano, y pensé que debía saberlo. Irónicamente, el séptimo mes, Julio, es el mes en que nací.

Salí de Trinidad y Tobago rumbo a Canadá, totalmente consciente de ese sueño; y, honestamente, nunca esperé volver a casa. Cada día, mientras estaba en el Sheridan Mall en el área occidental de Toronto, vendiendo materiales religiosos y escuchando vez tras vez las cosas “turbias” que sucedían allí, pensé que me dispararían y me lastimarían de alguna manera. A mi amiga no le gustaba para nada cuando le recordaba mi sueño, ya que la mayoría de mis sueños han tenido significados y yo pensaba que, en este caso, sería igual.

Sé que con Dios no hay coincidencias, así que creo que fue por orden divina que el programa en el que estaba participando hubiera elegido Gálatas 2:20 como lema del verano. Les enseñé la canción “I Am Crucified With Christ” (Estoy crucificado con Cristo), hecha famosa por Philips, Craig y Dean. Habla de Cristo viviendo en mí, que vivo incluso si soy crucificada con Cristo. Todos los días, en el culto matinal, repetíamos el versículo del día y cantábamos esa canción.

Morir al yo parece algo tonto. Como debo que caminar por fe, tengo que confiar en Dios incluso cuando no lo pueda ver. Debo vivir un día a la vez, Confiando en él, porque el Señor ha revelado sus planes solo en su Palabra. Estoy segura de que sus planes son para prosperarme, y no para lastimarme, “planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” (Jer. 29: 11).

Al pensar en estos asuntos, noté que, a veces, quiero seguir mi propio camino y, luego, tengo que reconsiderarlo a causa de la voluntad divina, revelada en su Palabra. Mis pensamientos, sentimientos y acciones no deben simplemente estar sujetos a Dios, sino que deben estar muertos. Debo actuar no acorde a mi voluntad, sino a través de Cristo, que vive en mí.

No fue hasta el final del verano que me di cuenta que sí hubo una muerte: ¡el comienzo de la muerte del yo en mi vida!

NADINE A. JOSEPH

Radio Adventista

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