Lunes 25 de Mayo – NO BAJES LA GUARDIA – Devocional para Damas

NO BAJES LA GUARDIA

«Todos cometemos muchos errores; ahora bien, si alguien no comete ningún error en lo que dice, es un hombre perfecto, capaz también de controlar todo su cuerpo» (Sant. 3:2).

En Granada, una de las principales ciudades de Nicaragua, se construyó b hacia mediados del siglo XVII un hermoso castillo, en el cual los granadinos pusieron toda su confianza. Aquella edificación les parecía inexpugnable, por lo que derivaban de ella una enorme sensación de seguridad. Apenas cinco años después de finalizada la construcción de esa «fortaleza», fueron sorprendidos por piratas que, bajo el mando de Gallardillo, destruyeron el edificio y saquearon la ciudad. Y aquel fue apenas el primero de una serie de ataques llevados a cabo por piratas que, entre ataque y ataque, dejaban pasar un tiempo para que la población bajara la guardia y se sintieran confiados de nuevo. En el momento de máxima autoconfianza era cuando resultaban más débiles, por tanto, era la hora de atacar de nuevo.

Y es que así somos los seres humanos: cuanto más confiamos en nosotros mismos, más débiles somos. Y aunque nosotros no lo notemos, los demás sí lo notan por nuestra manera de hablar. Cuando nos llenamos de confianza propia y bajamos la guardia, nos expresamos de una manera arrogante de la que, finalmente, acabamos arrepintiéndonos. Cuánto mejor nos sería ser humildes, no confiarnos tanto y pedirle cada día a Dios que nos ayude a someter nuestra lengua para no dejar al descubierto todas nuestras debilidades de carácter.

«Nadie ha podido dominar la lengua. Es un mal que no se deja dominar y que está lleno de veneno mortal» (Sant. 3:8), afirma Santiago. Es, sin duda, nuestro punto más débil. Nos creemos seguras en lo que decimos, pero si no lo sometemos a la influencia de una razón convertida, estaremos dando las más claras evidencias de debilidad. Estaremos poniéndonos a nosotras mismas en una situación de vulnerabilidad ante los demás.

«Todos cometemos muchos errores; ahora bien, si alguien no comete ningún error en lo que dice, es un hombre perfecto, capaz también de controlar todo su cuerpo» (Sant. 3:2). Este es un llamado para nosotras. Que Dios nos ayude a ser lo más impecables posible con nuestras palabras. Que nos dé sabiduría para que nuestra conversación sea agradable y de buen gusto (ver Col. 4:6). Porque «la lengua es un fuego. Es un mundo de maldad puesto en nuestro cuerpo, que contamina» (Sant. 3:6). Alejémonos de esa contaminación aceptando nuestra debilidad y pidiendo a Dios que nos de sabiduría para someter nuestras palabras a él.

Radio Adventista

View all contributions by