LA PREPARACIÓN DEL CAMINO
“Juan no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz” (Juan 1:8).
El Evangelio de Juan cuenta las historias más conocidas y conmovedoras de Jesús. Estos relatos ejercieron gran influencia en la iglesia cristiana. Sin embargo, el libro omite algunos momentos destacados de la vida de Cristo, como su bautismo, la transfiguración, el Getsemaní y la cura de los endemoniados. Tampoco están ninguna de las parábolas presentadas por los evangelios sinópticos.
La razón para que no presente esos acontecimientos es que el énfasis de Juan es presentar a Jesús como el Hijo de Dios. Por eso, la palabra “creer” se usa más de cien veces. El Evangelio enfatiza de modo especial el sacrificio del Hijo de Dios. La primera mitad del libro, de los capítulos 1 al 11, presenta los tres años y medio del ministerio de Cristo y registra siete milagros en orden de importancia. Comienza con las bodas de Caná y termina con la resurrección de Lázaro. La segunda mitad, de los capítulos 12 al 21, se concentra en los tres días y medio que incluyeron el arresto, la muerte y la resurrección de Jesús.
Los evangelios sinópticos presentan a Jesús como el Mesías de manera inductiva. Sin embargo, el evangelio de Juan tiene un abordaje directo. En el primer versículo, presenta el comienzo del comienzo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Presenta un mensaje anterior al que se narra en Génesis 1:1, ya que se refiere a un tiempo antes del principio del mundo.
Todavía en el primer capítulo, Juan hace un quiebre inesperado en su narración. Comienza a hablar de Juan el Bautista y, recién en los versículos 10 al 14, vuelve a hablar del Verbo. Pero, ¿quién era Juan el Bautista? Un hombre con una triple misión: predicar, bautizar y discipular. Y tenía un objetivo principal: preparar el camino para la llegada de Jesús.
Ese quiebre en el relato de Juan sobre el Verbo era una forma de decir lo siguiente: el mensaje es divino, pero gana fuerza con un mensajero humano. O sea, la salvación vino del Verbo, pero la predicación vino del siervo. El centro es la historia del Hijo de Dios que era enviado para salvar al mundo, pero fue contada por un hombre enviado para preparar el camino del Hijo de Dios; el ministerio de Dios siempre involucra al ministerio humano.
Así como Dios usó a Juan el Bautista para preparar la primera venida de Jesús, hoy él cuenta con nosotros para preparar la segunda venida del Señor. Pon tu vida al servicio de esa misión, y el Verbo escribirá, por medio de ti, otras historias de salvación.