Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo (Juan 5:17).
Uno de los momentos más frustrantes de un viaje es que se cancela el vuelo. En mi caso particular, me han cancelado vuelos por problemas atmosféricos y por fallas mecánicas. En otras ocasiones se perdió el vuelo por haber llegado tarde, y una vez no pude abordar por no tener el visado correspondiente. Lo que nunca me ha pasado es que mi vuelo ha sido cancelado porque los pilotos estaban muy agotados. No obstante, hace poco leí una noticia que informó que Jet Blue tuvo que cancelar un vuelo porque los pilotos decidieron no volar, puesto que su agotamiento podría poner en riesgo la vida de los pasajeros.
Aunque la decisión de los pilotos me parece sensata, me alegra saber que servimos a un Dios que nunca se cansa. En un precioso poema, Isaías declaró: “¿No ha sabido, no ha oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece ni se fatiga con cansancio y su entendimiento no hay quien lo alcance” ( Isaías 40:28).
Del mismo modo que los pasajeros no solemos aceptar de buena gana la suspensión de un vuelo y siempre tendemos a cuestionar los motivos de la aerolínea, en Isaías 40 la nación cuestiona a Dios y dice: “Mi camino está escondido del Señor; mi Dios ignora mi derecho” (versículo 27, NVI). “Camino” y “derecho” son palabras vinculadas al pacto entre Dios y su pueblo. Al expresarse en estos términos, la nación deja entrever que considera que “las promesas y las obras salvadoras de Yahvé son asunto del pasado”.* Pero ante la incredulidad, la respuesta del Señor es contundente: “Yo soy el Creador, yo soy eterno, yo no me canso”. En otras palabras, Dios siempre está al tanto de nuestros caminos, de nuestras penas y lamentos, él puede ver nuestros huesos tristes, nuestras noches de ojos abiertos. Podemos estar cansados de nuestros propios remordimientos, pero él está listo para aliviar el trasnochar de nuestras almas.
No servimos a un Dios que se agota. Nuestro Padre siempre está activo para obrar en favor de cada uno de nosotros. Nuestro vuelo hacia la salvación nunca se cancelará, puesto que el Capitán celestial nunca estará tan cansado como para decidir no tomar el timón de nuestra existencia.
Jesús nos asegura: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17). El vuelo no se detendrá, nuestro Capitán muy pronto nos llevará a nuestro destino eterno.
John L. McKenzie, Second Isaiah: Introduction, Translation, and Notes, Anchor Yale Bible, vol. 20 (New Haven; Londres: Yale University Press, 2008), p. 25.