Lunes 23 de Julio – EL GOZO DE LA VIUDA – Matutina para Damas

EL GOZO DE LA VIUDA

“Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor para mostrar su gloria” (Isa. 61: 3).

Ese día, sentada en la iglesia, me encontraba abrumada ante la miríada de emociones que embargaban mi alma. Quería adorar a Dios, pero los eventos y las circunstancias de los últimos años me habían llevado a avanzar en “piloto automático”. Sin embargo, mis manos dejaron de estar al volante, cuando Dios me dirigió a una etapa de la vida que nunca había experimentado ni soñado. Ahora era viuda.

Había tenido un matrimonio de cuarenta años, y ahora Dios, en su infinita sabiduría, había llamado a mi esposo al descanso, para reposar en sus brazos amantes esperando la resurrección. Y aquí estaba, herida y cansada, sin un “manual” claro para esta etapa que había llegado de manera tan inesperada. No tenía dudas de que el Dios que me había guiado durante toda mi vida continuaría sosteniendo mi mano en esta nueva y extraña realidad de la viudez; un lugar que no había imaginado, y para el cual no había estudiado ni me había preparado.

Mientras reflexionaba, los miembros de iglesia pasaban a realizar el rito de lavamiento de pies. Como yo había participado de una Santa Cena el sábado anterior, ahora no estaba participando. Cerré los ojos, e hice un pedido a Dios: no el manual, ni indicaciones o seguridad; sino la palabra de cuatro letras que más necesitaba gozo. Señor: dame tu gozo.

Guiada por el Espíritu, abrí mi Biblia en la concordancia, saqué un papel y un bolígrafo, y decidí hacer una lista con las referencias bíblicas que hablaran del gozo, más tarde las resaltaría en mi Biblia. No, pensé. No en esta Biblia. Ya tiene un arcoíris de textos resaltados. Compraré una Biblia especial, una Biblia del gozo, y resaltaré todos los versículos con color violeta. Me entusiasmé, ya que intuí que la mano de Dios estaba en esto. Copié rápidamente los pocos versículos que mencionaba mi pequeña concordancia. Pero uno de ellos me llamó la atención: Job 29:13. ¿Qué podía haber en Job sobre el gozo? Rápidamente busqué el texto, y Dios, como de costumbre, me dio más de lo que había pedido. La última parte del versículo decía: “¡Por mí gritaba de alegría el corazón de las viudas!” Dios no solo me había dado gozo, sino además un gozo especial: el gozo de la viuda. Este será mi lema por el resto de mi vida, prometí cerré los ojos y le sonreí a Dios.

DONNELL POWELL

Radio Adventista

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