MI TIEMPO ESTÁ EN TUS MANOS
“Mas yo en ti confié, oh Jehová. Yo dije: Dios mío eres tú. En tu mano están mis tiempos” (Sal. 31: 14, 15, SRV-BRG).
Hay muchas maneras interesantes en las que podemos usar nuestro tiempo. Al leer una revista hace unos días, descubrí que el estadounidense promedio pasará, en su vida, seis meses sentado esperando que la luz cambie en el semáforo. Pasará un año buscando objetos perdidos en el desorden de su escritorio, y ocho meses abriendo correos no deseados. Pasará cinco años de su vida haciendo filas. Tres años, en reuniones. (¡Creo que es mucho más que eso!) Y nos interrumpen 73 veces por día. Parece una pérdida de tiempo muy grande, ¿no es así? Es una locura. Piensa en lo que realmente importa en la vida; y luego, piensa en todas esas actividades que significativas para nuestras relaciones humanas y que estamos haciendo… o que podríamos, o deberíamos, estar haciendo. Tenemos que tomar el control de nuestro tiempo y comenzar a usarlo sabiamente.
Al ministrar a mujeres de distintas culturas, he notado que uno de los desafíos que la mujer enfrenta, sin importar la cultura en la que viva, no es planificar su vida o su año, sino ordenar cada día, permitiéndose tener suficiente descanso, nutrición, ejercicio, y tiempo a solas para dedicar exclusivamente al Señor.
Me gusta pensar que nuestra vida es como un tren: tiene un punto de partida y un destino final. Tiene un horario planificado por la Divinidad y hace paradas importantes en el camino. Tenemos un motor poderoso, el Espíritu Santo, que nos hace avanzar por las vías de la fe y la obediencia. Y, como el tren, recibimos cuidado y mantenimiento por intermedio de la Palabra de Dios.
Hoy es un día especial porque estás exactamente donde Dios quiere que estés en tu viaje. Quizás estás esperando un milagro o una promesa que necesita ser cumplida; o tal vez estás ansiosa por avanzar hacia algo nuevo. Quizás estás llorando y orando por alguien, y pidiendo a Dios sanidad o cualquier otro deseo. No lo olvides: el hecho de que estés esperando no significa que Dios no esté trabajando; puede que haya obstáculos que deban ser eliminados antes de que Dios te haga avanzar en su voluntad.
Lo cierto es que, ya sea que estés detenida en una estación o avanzando, lo que debes recordar es que tus tiempos están en las manos divinas y que él sabe qué es lo mejor para ti, porque sus ojos están sobre ti.
RAQUEL QUEIROZ DA COSTA ARRAIS