Lunes 22 de Abril – LAS CUATRO DIMENSIONES DE LA CRUZ – DM. Adultos

LAS CUATRO DIMENSIONES DE LA CRUZ

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame’” (Mateo 16:24).

No existe cristianismo sin la cruz de Cristo. Ella es el punto de partida y de llegada de nuestra experiencia espiritual. Además de todo el significado espiritual que trae la Cruz, podemos pensar en sus dimensiones físicas como una ilustración de importantes verdades espirituales relacionadas con el sacrificio de Jesús por nosotros.

La primera dimensión está en la base de la Cruz. Puede ilustrar la inmensidad del pecado y la realidad de la muerte. Posiblemente usted ya haya visto bien de cerca la monstruosidad del pecado al acompañar la lucha de una persona querida contra una enfermedad incurable, de un familiar desempleado, de un hijo que dejó la fe, de un matrimonio que se rompió de manera dolorosa o de unos padres que perdieron, de manera prematura, la vida de su niño. El pecado no esquiva a nadie.

La segunda dimensión de la Cruz es el brazo que apunta a la izquierda. Al estar más cerca del corazón de Jesús, ese brazo de la Cruz puede representar el infinito amor de Dios que se manifestó en nuestro favor (Juan 3:16). La plenitud de ese amor solo se revela en nosotros cuando buscamos la plenitud de amor al prójimo.

La tercera dimensión de la Cruz es su brazo derecho, que puede ilustrar la grandiosidad de la misión que recibimos de Dios. Probablemente fue con esa mano derecha que Jesús apuntó al “Id”. El cumplimiento de esa misión es una consecuencia de vivir en el amor del Padre. Es el resultado de una persona que se siente tan amada que necesita compartir su linda historia de amor y transformación. Según un conocido escritor norteamericano, evangelizar es simplemente “construir un puente que una su corazón con el corazón de otra persona e invitar a Jesús a pasar por él”.

La cuarta dimensión de la Cruz apunta hacia arriba, y revela la grandiosidad de una esperanza. Jesús subió al cielo y volverá pronto para buscamos (Hech.1:11). La Cruz no fue el final, sino la certeza de un nuevo comienzo. Fue un símbolo de vergüenza, pero hoy representa victoria. Ella nos permite despegar los ojos de la Tierra y dirige nuestra visión a la eternidad.

La Cruz no es solo un punto en la historia, sino el poder de Dios que puede transformar toda tu historia. Por eso, deja todo y sigue a Jesús, abrazando cada una de las dimensiones de su Cruz.

Radio Adventista

View all contributions by