Un día por la tarde, mientras se paseaba por la azotea de su palacio después de la siesta, vio desde allí a una mujer muy hermosa, que se estaba bañando (2 Samuel 11:2).
EL REY DAVID ENTRÓ EN LA HISTORIA BÍBLICA desde muy joven, cuando aún no era rey, por su valentía al enfrentarse a Goliat y derrotarlo. Pero, así como la Biblia narra las victorias de este hombre de Dios, también cuenta la caída bochornosa que tuvo en el aspecto sexual. La triste caída de David comenzó «un día por la tarde», cuando luego de levantarse de una larga siesta y pasearse sobre la terraza de su palacio «vio desde allí a una mujer muy hermosa, que se estaba bañando». ¡Parece increíble que esa mancha tremenda sobre la vida de David comenzó porque vio a una mujer! El pecado de adulterio y posterior homicidio en el cual estuvo involucrado, se inició porque no supo frenar la mirada ante el cuerpo desnudo de Betsabé.
Actualmente no es difícil ver a una mujer desnuda. Propaganda, películas, programas televisivos, internet, revistas y periódicos, carteles publicitarios y una amplia gama de ropa, dejan a la vista el cuerpo femenino sin ningún pudor. Como si esto fuera poco, en los últimos años también aparecieron hombres que se exhiben semidesnudos con diminutas prendas. Pero, aunque nuestra sociedad haya erotizado todo, el Señor nos invita a cuidar nuestra mente de la pecaminosa sensualidad.
Comprendiendo las luchas que tenemos los hijos de Dios para lograr la pureza, Bill Perkins menciona cuatro elementos básicos para obtener la victoria. Estos son: leer la Biblia, orar, expresar amor por la familia y mantener la pureza sexual. Sobre esta última declara: «Comienza cada día con el compromiso nuevo de no permitir que tus ojos busquen o se posen en una imagen erótica. Si estás casado, concentra tus pensamientos en tu esposa. Piensa en imágenes que sabes que complacerán a Dios. Recuerda, solo tú controlas tus ojos; ellos son la entrada principal por la que ingresa la impureza a tu corazón» ( Seis batallas que todo hombre debe ganar , p. 115).
En su ministerio terrenal, Jesús habló de la raíz pecaminosa del adulterio y dijo: «Yo les digo que cualquiera que mira con deseos a una mujer, ya adulteró con ella en su corazón» (Mat. 5:28). Según las palabras de Jesús, el adulterio de David comenzó cuando vio desnuda a Betsabé. Como David no supo abstenerse de mirarla, el gigante de la sensualidad y la lascivia lo derrotó a él.
En tu caso, ¿te estás esforzando por ser puro? ¿Ha establecido límites sobre lo que mira para obtener la victoria?