Lunes 21 de enero – LA MUJER DE SUNEM EL ESPÍRITU DE SERVICIO – DM. Damas

LA MUJER DE SUNEM EL ESPÍRITU DE SERVICIO

Dijo él entonces a Giezi: Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo. 2 Reyes 4:13.

El profeta Eliseo pasaba por la ciudad de Sunem y allí se encontró con una mujer de quien no se menciona su nombre, pero sí se ofrece su historia, un maravilloso ejemplo de servicio. Se dice de esta mujer sunamita que era considerada importante en medio de su pueblo. Se agrega que estaba casada con un hombre mayor de edad (2 Reyes 4:8, 14). Ella era temerosa de Dios, pues reconoció al profeta como varón santo y rogó a su esposo que le construyera una habitación para que Eliseo pudiera descansar cuando pasara por la región. El profeta no pasó por alto el esmero y las atenciones desinteresadas prodigadas por esta mujer.

Nuestro texto bíblico de hoy presenta el momento preciso en que el profeta intenta recompensar los cuidados y la bondad de esta mujer. Pero ella le da una respuesta cándida y firme. Ella no estaba buscando beneficio alguno por sus actos. Aparentemente vivía en paz en medio de su pueblo, y sus necesidades estaban suplidas. Más significativo aún era que ella estaba dispuesta a compartir lo que tenía. Demostró ser generosa y deseosa de ayudar a su prójimo. Hoy, estas cualidades son escasas pero indispensables en la vida del cristiano.

Jesús dijo de sí mismo: “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir” (Mateo 20:28). Todo el que ama a Dios anhela servir al prójimo, como la mujer de Sunem. Jesús es el Modelo supremo de abnegación y servicio; pero la Biblia también registra la vida generosa de otros personajes bondadosos para mostrarnos la importancia de cultivar un espíritu de servicio desinteresado a favor de los necesitados. Creo que el Espíritu Santo inspiró al autor de 2 Reyes a no incluir el nombre de esta mujer para que tú y yo pusiéramos nuestro nombre en su lugar en esta historia de servicio y generosidad. ¿Estás dispuesta a servir? –LF

Radio Adventista

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