CRECER CON CRISTO COMO CRECE UN ÁRBOL
«Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo» (Salmos 1: 3).
DIOS HA PROMETIDO: «Yo me volveré a vosotros, os haré crecer, os multiplicaré y afirmaré mi pacto con vosotros» (Levítico 26: 9). ¿Cómo podemos crecer en Cristo? El salmista ilustra el crecimiento de un creyente en el camino de Dios, que busca el reino con rectitud, semejante a un árbol plantado junto a las aguas (Salmos 1: 3). Tienen que ser aguas corrientes y vivas. Las aguas corrientes contienen energía y oxígeno combinado con hidrógeno. También contienen sales, gases y sustancias procedentes de las rocas, estratos y aire. Todo esto es indispensable para el crecimiento.
El apóstol Pablo, hablando del pueblo de Israel, menciona: «Todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía. Esa roca era Cristo» (1 Corintios 10: 4). Cristo es la fuente de agua viva y todo el que sea cimentado junto a él, crecerá como el árbol plantado junto a corrientes de agua frondoso, lleno de hojas y con frutos delicados. Crecerá en su relación con Dios, en el conocimiento de su Palabra y en el cumplimiento de la misión.
El Salmo 1 afirma que el buen árbol da su fruto en su tiempo. Esto quiere decir que las grandes sequías y las plagas mortales no lo afectan y, por lo tanto, no tiene crisis de crecimiento. Su hoja no cae. Esto tiene que ver con las acciones, con los frutos del árbol. Pero todo depende de permanecer en la fuente de aguas vivas. Si se aleja de la fuente, llega a ser un árbol estéril, se seca y muere. ¿Quieres crecer? Bebe de la fuente, que es Cristo Jesús.
La Biblia dice que seremos llamados árboles de justicia, plantío de Dios, para gloria suya (Isaías 61: 3). E. G. White lo describe de esta manera:
Como la rama depende del tronco principal para su crecimiento y fructificación, así también vosotros necesitáis el auxilio de Cristo para poder vivir una vida santa. Fuera de él no tenéis vida. No hay poder en vosotros para resistir la tentación o para crecer en la gracia o en la santidad. Morando en él podéis florecer. Recibiendo vuestra vida de él, no os marchitaréis ni seréis estériles. Seréis como el árbol plantado junto a arroyos de aguas (E. G. White. El Camino a Cristo, pág. 61).
Empieza el día en unión a él. Jamás te defraudará.