Martes 19 – HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE – Matutina para Adultos

HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE

 “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:6).

La triste realidad del crecimiento constante del número de divorcios ha hecho que las personas sean más carentes e infelices, además de comprometer el plan de Dios para el matrimonio. Para que permanezcas alejado de estas estadísticas, mencionaré a continuación los diez hábitos que normalmente llevan al divorcio. Son sugerencias de Dave y Ashley Willis, autores de varios libros sobre matrimonio y relaciones.

Criticar constantemente. La crítica entre los cónyuges prepara el camino para el final de la relación.

Dividir todo en “mío” y “tuyo”. Cuando las cuentas bancarias, los pasatiempos, las amistades y los sueños están separados, acaban creándose vidas separadas también.

Esperar a que los niños crezcan. Algunos matrimonios prestan tanta atención al crecimiento de los hijos que cuando finalmente crecen descubren que el nido quedó vacío; y el matrimonio también.

Dar solo las sobras. Después de pasada la euforia del principio del matrimonio, muchos dejan de lado las gentilezas, y comienzan a compartir solo los restos del tiempo, de las palabras y de las emociones.

Guardar rencor. Cuando las palabras o las acciones causan daño, necesitamos ser rápidos en admitir las fallas y buscar el perdón.

Confiar más en los sentimientos que en los compromisos. Los matrimonios saludables ven el amor como un compromiso, y no solamente como un sentimiento.

Tomar decisiones sin consultar al cónyuge. Cada decisión que tomamos tendrá algún nivel de impacto sobre el otro. Por eso, es fundamental decidir juntos.

Intentar cambiar al otro. La única parte del matrimonio que tú puedes cambiar es la que ves delante del espejo.

Mantener el divorcio como una posibilidad. Los matrimonios fuertes no son aquellos que nunca tuvieron motivos para divorciarse, sino los que asumieron un compromiso mayor que sus fallas.

Alimentar la sensualidad. La infidelidad comienza en la mente, no en el dormitorio. Cuando los ojos comienzan a apartarse del cónyuge, el corazón los va a seguir.

En tu relación matrimonial, elige ser como un termostato, y no como un termómetro. El termómetro siempre se ajusta al clima, pero el termostato cambia el clima. Puedes estar seguro de que con oración y acción tú puedes cambiar la situación y vivir milagros en tu matrimonio.

Radio Adventista

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