SOÑAR NO CUESTA NADA
«Hasta que llegó el momento de cumplir sus sueños, el Señor puso a prueba el carácter de José». Salmo 105: 19, NTV
LOS SUEÑOS FORMAN PARTE ESENCIAL de nuestras vidas. Así que estoy seguro de que tienes grandes sueños. El gran sueño de Moisés era poder disfrutar de la tierra que Dios había prometido a su pueblo. A punto de cumplir esa meta, el Señor le dice: «Sube a lo alto del monte Pisgá, y desde allí mira al norte y al sur, al este y al oeste, pero el Jordán no lo cruzarás» (Deuteronomio 3:27). ¡Vaya decepción! Sin embargo, Moisés ignoraba que Dios lo estaba llamando a una herencia más gloriosa que la Canaán terrenal: «En el monte de la transfiguración, Moisés estuvo presente con Elías, quien había sido trasladado. […] Y así se cumplió por fin la oración que había elevado Moisés tantos siglos antes. […] Tal es la última escena revelada al ojo mortal con referencia a la historia de aquel hombre tan altamente honrado por el cielo» (Ellen G. White, Patriarcas y profetas, cap. 43, p. 456).
Desde pequeño tuve el anhelo de convertirme en futbolista profesional. Cuando tenía dieciséis años un entrenador me dijo: «Eres muy buen jugador, me gustaría contar contigo, pero si no puedes jugar los sábados, hay muchos que quieren estar en tu lugar, así que decide, tu Dios o el equipo». ¡Qué difícil decisión! En ese momento me di cuenta de que sería muy complicado lograr mi sueño y ser fiel a Dios al mismo tiempo. Así que desistí de jugar fútbol a nivel profesional, sin embargo siempre me mantuve ligado al deporte.
Unos años después terminé la licenciatura en Educación Física. Después de graduarme Dios me llevó a Europa para servir como voluntario en un colegio adventista, entrenando a un equipo de fútbol. Y ¿sabes algo? Quince años después pude formar parte de un equipo profesional de fútbol, pero no como jugador, sino como preparador físico. A pesar de no haber vivido mi sueño como lo deseaba, he tenido experiencias increíbles que no cambiaría por nada: haber jugado en un partido de estrellas del fútbol y haber tenido la oportunidad de predicarle a algunos futbolistas. ¿Te das cuenta?
Dios no olvidó el sueño de Moisés así como tampoco se olvidó del mío, ni olvidará los tuyos si los colocas en sus manos.
Isahí Harvin
México