Lunes 16 de abril “La misión de rescate más grande” DM Damas

La misión de rescate más grande

“Se desató entonces una guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron al dragón; este y sus ángeles, a su vez, les hicieron frente pero no pudieron vencer, y ya no hubo lugar para ellos en el cielo” (Apoc. 12: 7, 8).

El 2 de abril de 1972, un domingo de Pascua, en el norte de Vietnam del Sur, el teniente coronel Iceal Hambleton estaba volando como navegador en un avión bombardero modificado para guerra electrónica, cuando un misil tierra-aire lo alcanzó a una altura de 9 mil metros. Él fue el único de los seis hombres de la tripulación en accionar con éxito su asiento eyectable, pero descendió en un área en la cual decían que había 30 mil tropas enemigas, cerca de un cruce de carreteras en una ruta de abastecimiento comunista. Él estaba seriamente herido en un brazo y la espalda. Aunque fue rescatado luego de once días, no fue sin la pérdida de varios aviones y sus tripulaciones. Esta fue la operación más grande de búsqueda y rescate de un hombre en la historia de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.

Quienes rescataron a Hambleton fueron dos SEALS de la marina Norteamericana y Vietnamita del Sur: el teniente Thomas R. Norris y Nguyen Van Kiet. Ambos fueron galardonados por sus acciones, Norris con una medalla de honor y Van Kiet con una cruz naval. Hambleton ganó la estrella de plata, la cruz al vuelo distinguido, la medalla aérea, la medalla al servicio meritorio y el corazón púrpura por su esfuerzo.

En el cielo también se libró una guerra. Miguel y sus ángeles ganaron; Lucifer y sus ángeles fueron echados. Adán y Eva pecaron y fueron echados de su hermoso hogar en el Edén. Cayeron en desgracia, y tuvieron que sufrir privaciones y dolor, tristeza, rechazo, y separación espiritual. Ante ellos, estaba la expectativa de la muerte eterna. Pero había un plan de rescate. Dios luchó para rescatar al hombre de la ruina eterna. Envió a su Hijo, Jesús, a redimir a la raza caída de Adán. Así como varios hombres perdieron sus vidas intentando rescatar a un hombre, Jesús pagó un precio muy alto para salvarnos.

Se levantó de la tumba y volvió a la base, a fin de realizar los preparativos para sus hijos escogidos. Un día, pronto, esta misión de rescate terminará. De la misma manera en que los militares recibieron honores, los santos de todas las edades que trabajaron, observaron y esperaron a su Señor vivirán y reinarán con él, y beberán del río de vida. “¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho” (Apoc. 22: 12).

BULA ROSE HAUGHTON THOMPSON

Radio Adventista

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