CONSOLADOS PARA CONSOLAR
“Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación…” (2 Corintios 1:3, 4).
Arturo era un joven ateo, enérgico y muy capaz. En el cuarto año de cursado en la Facultad de Ingeniería, un amigo adventista “se olvidó” a propósito un libro en su casa. Él lo leyó, y quedó impresionado. Enseguida le pidió estudiar la Biblia, aceptó a Jesús y fue bautizado. Cambió completamente el rumbo de su vida, cerró su taller metalúrgico y decidió ir a estudiar Teología en la Universidad Adventista del Plata, Entre Ríos, Rep. Argentina.
Cuando ya había concluido las clases y esperaba por su graduación, sufrió un grave accidente. Cayó en un arroyo, se golpeó el cuello en una roca sumergida y quedó tetrapléjico. Te puedes imaginar su desesperación; sin embargo, él no desistió. Quedó preso en una cama, pero decidió realizar su ministerio desde allí.
Retomó sus estudios en Ingeniería y, en 1992, se graduó como Ingeniero Electromecánico. Cuando sus padres fallecieron, tuvo que vivir solo, pero un vecino iba a hasta su casa cada cuatro horas para mover su cuerpo y evitar heridas en la espalda.
Arturo instaló una antena en el fondo de su casa, consiguió la autorización para transmitir la TV Nuevo Tiempo en Mendoza, su ciudad natal, y montó una estructura de apoyo en su habitación. Acostado, él invitaba a las personas a sintonizar el canal y ofrecía estudios bíblicos por teléfono.
Visité a Arturo en su casa y conocí de cerca su trabajo. No encontré a un hombre que se lamentaba, sino a una persona con brillo en los ojos y sueños en el corazón. Estuvo activo en la misión hasta su fallecimiento, en 2013.
Elena de White también enfrentó sus crisis, pero aprendió a confiar en el Señor y a dedicarse a su servicio con alegría. Viuda, enferma y trabajando en Australia, lejos de su tierra, escribió: “No tengo intención de retroceder, aunque el sufrimiento me acompañe constantemente. He recibido la bendita seguridad de que Jesús es mío y que yo soy su hija. Las tinieblas son rechazadas por los brillantes rayos del Sol de Justicia” (Mensajes selectos, t. 2, p. 294).
Independientemente del desafío que te toque enfrentar, debes saber que Dios está a tu lado. Él siempre te consuela y sostiene para que puedas ayudar a salvar a otros. Permite que el Consolador te proteja y que transforme tu vida en una fuente de consolación para quien esté a tu alrededor.