EMILY
“Instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo se apartará de él” (Prov. 22:6).
Emily era una niña cuando vino a vivir con su nueva mamá y tía, y comenzó a asistir a las clases infantiles de nuestra iglesia. Todos estaban entusiasmados por conocer a esta hermosa niña; pero era muy difícil a causa de su constante llanto. Cada vez que alguien la saludaba, ella lloraba. Su nueva mamá era la directora del Club de Aventureros, así que, Emily comenzó a participar en el Club desde muy pequeña.
El tercer sábado de cada mes, los aventureros iban a un hogar de ancianos, donde cantaban, leían versículos de la Biblia y saludaban a los residentes. La pequeña Emily iba con ellos. Un sábado, cuando tenía seis años, visitó el hogar y anunció: “Me gustaría cantar un himno del himnario”. Sorprendidos, todos nos preguntamos si realmente podría hacerlo. No solo era muy tímida, sino además nunca la habíamos oído cantar sola. Pero ella tomó el himnario, lo abrió en el himno 462 y cantó “Dame a Cristo”.
A los siete años de edad, Emily pidió estudios bíblicos. Yo no tomé en serio su pedido, pero cada vez que ella venía me preguntaba: “¿Cuándo puedo comenzar los estudios bíblicos?” Finalmente, acepté estudiar la Biblia con ella. Se le dio una carpeta, para guardar allí las lecciones. Nunca dejaba la carpeta en su casa, sino que la llevaba a la iglesia cada vez que iba, al punto que estaba tan rota que hubo que darle una nueva.
Durante esos meses de estudios de la Biblia y de las creencias de la iglesia, Emily siguió dedicada al crecimiento en Cristo, sin vacilar nunca. Hacia el final de los estudios, dijo: “Me quiero bautizar”. Nuevamente, yo dudé, y le dije que hablara con su mamá. La siguiente vez que la vi, Emily me informó, muy feliz, que su mamá estaba de acuerdo en que fuera bautizada.
Emily, así como otros niños con los cuales he estudiado la Biblia, me enseñó una lección muy importante: cuando tomo una decisión por el Señor, tengo que mantenerme firme, como hizo ella. El 12 de octubre de 2013, junto con otras tres personas, Emily fue bautizada. Mi corazón agradecido cantó: “¡A Dios sea la gloria!”
Gloria P. Hutchinson